No me representa

4 de octubre de 2024
3 minutos de lectura
Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador. | Flickr
KENYA DURÁN VALDEZ

Estoy buscando en mi cerebro, en las secciones de memoria a corto y a largo plazo, alguna información que tenga grabada, para definir, con base en mi formación profesional (como abogada y como administradora), a mi experiencia en el servicio público y, sobre todo, con los pocos o muchos conocimientos adquiridos al dedicarme a la política, prácticamente toda mi vida, para encontrar: ¿cuáles serían las cualidades idóneas que debe tener una persona, para ser jefe o jefa de Estado?

Mi mente me dicta, lo siguiente: que sea una persona en edad madura; en plenitud de sus capacidades mentales; preparada académicamente (nivel posgrado); con conocimientos del derecho (si no jurista, cuando menos sabedor de los fundamentos legales, o bien, con experiencia como legislador (a) local y/o federal); honrado (a), lo cual parece una utopía en estos tiempos; que hable al menos dos idiomas más, y un español correctamente pronunciado.

Que tenga presencia física (no para concurso de belleza, pero sí buen porte o buena figura); con personalidad; con carácter y decisión; con firmeza en momentos cruciales; educado (a), para que sepa comportarse en compromisos internacionales adecuadamente; que conozca el territorio nacional (no solo ciudades, sino comunidades).

Que entienda y comprenda bien las problemáticas sociales regionales; con empatía hacia las minorías o grupos vulnerables; que se comprometa a gobernar para todas y todos (y no solo a favor o para beneficiar a unos cuantos); y, -lo más importante-, que sea un Estadista, con todas las responsabilidades que eso conlleva. En nuestro país, el titular del Ejecutivo saliente, no reúne ninguna de dichas cualidades y la entrante, quizá una o dos. Por lo que, dejan mucho que desear.

Por mera y llana sororidad, debería estar escribiendo que la llegada de la señora Claudia Sheinbaum, ha roto techos de cristal, que con ella “llegamos todas” (para parafrasearla), que es histórico este momento, que la felicito y le aplaudo. Pero no. No es eso lo que quiero expresar. Al contrario, digo y exclamo fuerte y claro, con contundencia: esa mujer NO ME REPRESENTA. Por diversas razones. Expondré solo algunas: es corrupta.

Trata de emular a su antecesor. Para darle gusto. Es una privilegiada del sistema, en muchos sentidos. Ha mentido y es ambigua, sobre: su edad, su origen, su nacimiento, su religión, su madre, sus propiedades, sus cuentas bancarias, etc. No es empática con las madres buscadoras.

Ni idea tiene del indigenismo; sus luchas, sus causas, sus necesidades. Desconoce la realidad de nuestro país. Su narrativa no convence. No suena real ni espontánea. Es fría. Frívola. Seca. Soberbia. Estará sometida a los designios de un hombre.

No cuenta con ideas propias. Solo sigue el “librito” del populismo. En materia de seguridad, “no sabe ni la O por lo redondo”. Si bien, tiene estudios de doctorado, científica, es una ignorante. Se contradice en sus dichos. Hará lo mismo en los hechos. Es un títere, no solo de Andrés, sino de hombres poderosos y millonarios. Es hipócrita. Trae frentes abiertos con gente de su propio partido. No sabe dialogar con la oposición. Tirana. Dictadora.

En su primer discurso, fueron más lo elogios a Andrés Manuel, que sus propuestas. Y de lo que propuso, más del 80% es seguimiento a la mal llamada cuarta transformación. Que no ha sido, ni será, para nada beneficioso o satisfactorio para la población en general. Aunque quieran hacer creer que “Primero los pobres”. En los hechos se demuestra lo contrario.

Continuará con las mañaneras (esperemos que el conteo de mentiras sea bastante menor). Seguirá bajo el mismo esquema: contando su versión tergiversada de los sucesos; dando otros datos; recurriendo a notas de los medios que le sean favorables; denostando a periodistas que la critiquen.

Por lo menos, -al parecer-, no es tan grosera como el que se va. (al menos no en su lenguaje, aunque sí en sus actos y sus gestos).Ya es momento, de que el poder público sea para servir a la comunidad y no para servirse de él. Momento de que México, tenga gobernantes óptimos, apropiados, preparados, a la altura, del gran país que somos.

Ya es momento, de cambiar el rumbo equivocado de los últimos seis años, por uno con visión de un futuro mejor, próspero y de progreso para todas y todos. Momento, de que la Primer Presidenta, asuma su rol, su investidura, como debe ser. Ya es momento…

Por su interés publicamos este artículo publicado en Diario de Chihuahua firmado por Kenya Durán Valdes.

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