El Banco de España lanza una advertencia clara: el coste de los alimentos seguirá elevado durante los próximos años. En comparación con la Unión Económica y Monetaria, el país ya acumula una diferencia del 6% en el encarecimiento desde 2019, lo que sitúa a los hogares españoles en una posición especialmente vulnerable frente a la inflación alimentaria.
Uno de los ejemplos más llamativos es el del aceite de oliva. En España, su precio ha subido un 139% desde 2019, frente al 102% de media en la eurozona. Esto se debe, entre otras razones, a que este producto tiene un mayor peso en la cesta de la compra española, según una información publicada en El Observador.
El informe del Banco de España señala que fenómenos como el cambio climático, las restricciones comerciales impuestas por algunos países y las tensiones geopolíticas están dificultando la estabilización de los precios. La combinación de todos estos elementos contribuye a mantener la presión sobre los mercados y sobre el bolsillo del consumidor.
Las previsiones no son alentadoras. Instituciones como la FAO o el Banco Mundial coinciden en que el coste de la alimentación no experimentará bajadas significativas a corto ni medio plazo. España, por su particular estructura de consumo, seguirá notando los efectos con mayor intensidad que otros países europeos.