Me explicaron los entendidos que el cultivador chino de bambúes tiene que armarse de paciencia porque la semilla sembrada tarda, al menos, cinco años en hacerse tallo: en ese tiempo, apenas si puede verse un brote diminuto. Todo su crecimiento se ensancha debajo de la tierra. El entramado de sus raíces subterráneas tiene la misma complejidad de un secreto que se oculta a los ojos de los impacientes. Sin embargo, a partir de los cinco años, el bambú chino crece vertiginosamente hasta alcanzar una altura de cinco metros de caña resistente… Algo muy similar ocurre con los procesos de desarrollo personal.
De parecida manera sucede con los granos de mostaza. También se nota mucho la diferencia entre las personas que han estudiado intensamente y las que, por indisciplinados e ignorantes, precisan de alguien que les escriba las tesis doctorales. No hay más que entrar en las casas de nuestros césares donde los televisores son mucho más grandes que las bibliotecas. A la mayoría, no les queda más remedio que aplaudir porque no saben hablar.
Sin base, basta un vientecillo para desnudarlos.