El horizonte de los amigos es un paisaje de afectos; el de los socios, una abultada cuenta corriente. Equivocadamente solemos decir: “Pídele el favor a tu amigo, que los amigos están para eso”… no, los amigos están para ser queridos y, si verdaderamente lo son, ya se adelantarán ellos a favorecernos en la dificultad, siempre que a nadie perjudique.
Lo demás, son tráfico de influencias, lobistas o conseguidores que, según inclinen la balanza al bien común o a sus bolsillos particulares, son susceptibles de delito, cárcel o exilio. Entiendo que el rey Juan Carlos ha conseguido más para el bienestar y la grandeza de España que para sus propias arcas. Intuyo que, más que abrir él la mano, se la han abierto otros de fuera para compensar sus esfuerzos. A grandes conquistas, generosas retribuciones.
Es público que a nuestro Presidente de Gobierno, en su conciencia intachable, le quemaba el precio y el desprestigio global de las influencias del rey. Y le animó a que se fuera, cerca de los sitios donde fue compensado… Vistas ahora las cosas en su familia, conviene que se vaya buscando una casita para alquilar en Abu-Dabi.