Hoy: 23 de noviembre de 2024
Salvi Melguizo, una mujer ciega usuaria de perro guía, no pudo tomar el avión de Iberia que partía del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas rumbo a Londres en la mañana del viernes porque la compañía no le permitió acceder con su animal, que ella necesita para moverse de forma independiente en su vida cotidiana, según informa el diario ABC.
De momento, ella y su marido han perdido el dinero por las seis noches de hotel en Londres (unos 1.500 euros) que tenían reservadas para sus vacaciones, por lo que, según declaró a Servimedia, piensa llevar a Iberia ante los tribunales.
Por su parte, la aerolínea adujo a Servimedia que Melguizo no había cumplimentado un formulario que las autoridades sanitarias de Reino Unido deben validar para permitir el desembarco de animales y aseguró estar dispuesta a reembolsarle el dinero de los billetes o a cambiárselos por otros, «cuando todo esté en regla».
A las seis de la mañana del viernes, Salvi, su perra Goleta y su marido se presentaron en el mostrador de Iberia para sacar la tarjeta de embarque, «y ahí empezó la odisea». «Nada más ver a la perra, me dijeron que no podía embarcar con ella». «Me mandaron a un segundo mostrador, y de ahí a un supervisor», recuerda Salvi, que se iba poniendo nerviosa por momentos.
«Ni siquiera llegaron a mirarme la documentación», prosigue, que incluía el pasaporte vacunal y el certificado veterinario donde se daba fe de que la perra «estaba desparasitada externa e internamente». «Solo me decían que el Reino Unido no permitía desembarcar con animales», y que «lo hacían por mi bien, para que no me pusiesen a la perra en cuarentena al llegar».
La respuesta de Salvi era siempre la misma: que desde mayo el Reino Unido sí autoriza la entrada de perros guía. Aducía también que «hacía una semana que rellenó el formulario» que al respecto se ha habilitado en la web de Iberia y que en su billete se indicaba «con toda claridad que era una persona ciega acompañada de perro guía la que volaba».
Mientras, el tiempo pasaba, y «la Embajada del Reino Unido y la agencia de viajes que emitió los billetes seguían cerradas», lo que dice que le impidió realizar otro tipo de trámites.
Al final, el avión de Salvi despegó y ella y su marido se quedaron en tierra junto a la perra. Adiós a los seis días de vacaciones en Londres, donde además él tenía concertada una entrevista por temas laborales.
A las diez de la mañana, Salvi pudo hablar con la Embajada del Reino Unido en España y con Fundación ONCE, que le confirmaron que sí podía volar junto al animal.
Sin embargo, su avión ya había partido, y la solución que Iberia le ofrecía era recolocarle en otro vuelo «sin coste alguno», pero sin su perra. «La otra opción que nos planteamos fue pagar dos billetes nuevos en otra compañía, admite Salvi, pero esto significaba renunciar por completo al dinero de los aviones».
A las tres de la tarde, Salvi recibió una llamada de Iberia donde le explicaron que le faltaba «una presolicitud que debía haber presentado con una semana de antelación».
Desde Iberia aseguran a Servimedia que este formulario es específico del Reino Unido y debe ser validado por sus autoridades veterinarias, pues de lo contrario «nosotros nos enfrentamos a una fuerte multa y los animales se quedan en cuarentena».
No obstante, Salvi sostiene que tal requisito «no es en absoluto necesario» porque «los documentos veterinarios ya los llevo desde España y no necesito asistencia en el aeropuerto».
Además, insiste en que «ni siquiera llegaron a mirarme la documentación». «Nada más ver a mi perra, entraron en bucle y se negaron». «Ni atendían a mis explicaciones. Se daban la vuelta y me mandaban a otro compañero». «La más amable, la máquina para sacar el embarque».
Iberia niega este punto y destaca que Salvi fue atendida por un supervisor con «mucha experiencia y conocimientos» sobre este tema.
A día de hoy, Paqui espera que «la agencia de viajes consiga que les devuelvan parte de la reserva del hotel», aunque «en principio, lo hemos perdido todo, por cancelar en el mismo día». Tampoco sabe qué sucederá con los vuelos, que además eran un bono por cancelación debida a la pandemia.
Iberia le ofrece el reembolso o un cambio para otra fecha, «cuando esté todo en regla». Lo que sí tiene claro es que «nadie le puede compensar ni por los nervios ni el mal rato» que pasó ayer, ni tampoco por la frustración de las vacaciones perdidas. «Intentaremos volver a Londres, pero desde luego, con otra compañía», afirma.