Aunque la inflación ya no ocupa los titulares con la misma intensidad que hace unos meses, sigue muy presente en la vida diaria de millones de personas. El estudio Coste de la vida 2025 de Ipsos confirma esta realidad: uno de cada dos españoles señala a la inmigración como una de las causas del encarecimiento generalizado. No se trata de una percepción aislada, sino de un sentimiento creciente en un contexto donde el precio de la cesta básica, los suministros o el combustible continúa subiendo.
La economía global sigue siendo el factor más señalado como responsable del aumento de precios, con un contundente 76%. Sin embargo, el peso que la inmigración ha adquirido en el debate sorprende: un 49% de la población la menciona como parte del problema. Es un dato que revela cómo las preocupaciones materiales y las narrativas sociales se entrelazan, especialmente en épocas de incertidumbre.
Este fenómeno también muestra un fuerte sesgo ideológico y generacional. Los votantes de derechas son los que con más fuerza vinculan inmigración y encarecimiento, un 77% en el caso de Vox y un 61% entre simpatizantes del PP, mientras que esta idea desciende al 43% entre votantes del PSOE y al 20% entre los de Sumar. También aparece con más frecuencia entre hombres, jóvenes y personas con menor nivel educativo. Pese a esta tendencia creciente, España sigue siendo de los países europeos donde menos se asocia la inmigración con el coste de la vida, situándose por debajo de Bélgica, Países Bajos o Alemania.
El estudio refleja, además, un notable pesimismo económico. Más de la mitad de los españoles reconoce que no se siente satisfecho con su situación financiera. Solo un 9% afirma vivir con comodidad, mientras que un 36% asegura que únicamente consigue cubrir lo básico. Un preocupante 23% admite tener dificultades serias para llegar a fin de mes, una cifra que ayuda a entender por qué el debate sobre el coste de la vida sigue tan vivo.
La diferencia entre generaciones también es evidente. Mientras casi la mitad de los ‘baby boomers’ asegura disfrutar de cierta estabilidad, la Generación Z muestra una realidad mucho más frágil: un 27% dice enfrentarse a grandes complicaciones para gestionar sus gastos.
A ello se suma la percepción de que lo peor aún no ha llegado. Siete de cada diez españoles creen que los precios seguirán aumentando durante el próximo año. Lo esperan en prácticamente todos los ámbitos: desde la compra semanal y los productos del hogar, hasta los suministros, el combustible o incluso la vivienda. En un país donde cada euro cuenta, la preocupación por el coste de la vida se ha convertido en una constante que condiciona el ánimo social y la visión del futuro.