La artritis de rodilla afecta a millones de personas en todo el mundo. Se estima que casi el 20 % de los estadounidenses mayores de 45 años la padecen, y la cifra seguirá creciendo debido al envejecimiento, la obesidad y el aumento de la población. Esta enfermedad degenerativa desgasta el cartílago de la articulación, haciendo que los huesos rocen entre sí, provocando rigidez, hinchazón y dolor constante.
Aunque pueda parecer contradictorio, moverse es la mejor manera de controlar el dolor. El ejercicio ayuda a lubricar la rodilla, movilizando el líquido sinovial que recubre la articulación. Es como “aceitar” la articulación, reduciendo la rigidez y aumentando la movilidad. Además, mantener los músculos activos aporta estabilidad y protege el hueso, lo que puede retrasar la necesidad de cirugía en muchos casos, según El Diario de Chihuahua.
El ejercicio aeróbico es especialmente beneficioso. Actividades como nadar, caminar, usar la bicicleta o la máquina elíptica aumentan el flujo sanguíneo, lo que ayuda a nutrir la articulación, eliminar residuos y reducir la inflamación. También contribuyen a mantener un peso saludable, disminuyendo la presión sobre las rodillas.
Para quienes sienten dolor intenso, lo ideal es comenzar con ejercicios de bajo impacto, como la natación o el aeróbic acuático. Luego, se pueden incorporar caminatas más enérgicas o ciclismo, prestando atención a la postura y al tipo de bicicleta para no sobrecargar las articulaciones. Evita deportes con movimientos bruscos e impredecibles, como tenis o fútbol, ya que pueden agravar el dolor.
El entrenamiento de fuerza es otro pilar para aliviar la artritis. Los músculos fuertes que rodean la rodilla sostienen mejor la articulación y disminuyen la tensión sobre el cartílago. Ejercicios como sentadillas, estocadas o la prensa de piernas son muy efectivos, pero incluso movimientos más simples, como elevar las piernas mientras estás sentado, pueden marcar la diferencia.
El yoga y otros ejercicios mente-cuerpo también ayudan. Posturas como la silla o el guerrero fortalecen sin causar un impacto fuerte, enseñando a moverse con cuidado y a prestar atención a la alineación del cuerpo.
Escuchar a tu cuerpo es clave. No se trata de ignorar el dolor, sino de ajustar la intensidad, cambiar los movimientos o alternar los días de ejercicio. Cada persona experimenta la artritis de manera diferente, por lo que encontrar la actividad adecuada puede requerir prueba y error. Lo importante es moverse: cualquier movimiento ayuda a mantener los tejidos flexibles y las articulaciones más saludables.
Con paciencia y constancia, el dolor de rodilla puede ser manejable. El ejercicio no solo alivia los síntomas, sino que también mejora la calidad de vida y mantiene la independencia a largo plazo.