ALFREDO RÍOS CAMARENA
Sin duda, la presidenta Sheinbaum tiene razón al afirmar que nos enfrentamos a un nuevo orden mundial generado por la política imperial de Estados Unidos, que ha utilizado como arma política e ideológica el tema de los aranceles. Su propósito es otorgar una nueva vigencia al imperio estadounidense, ingresando miles de millones de dólares a su Tesorería mediante la imposición unilateral y agresiva de estos impuestos.
En efecto, en los últimos días hemos visto cómo Estados Unidos ha logrado acuerdos bilaterales con la Unión Europea, con un 15% de aranceles; con India, un 25%; con Brasil, un 50%; con Japón, un 15%; y ha amenazado a Rusia con mayores sanciones económicas si no accede a sus demandas para alcanzar la paz en la guerra contra Ucrania.
México ha logrado sortear por ahora esta tormenta, por lo que no debemos escatimar el reconocimiento a la presidenta Sheinbaum y a su equipo por el significado de este logro, en medio de una crisis planetaria.
La política pública que ha permitido esta situación favorable para México responde a varios factores. Primero, la ratificación de la alianza estratégica y militar con Estados Unidos, reflejada en las recientes relaciones entre las secretarías de Defensa y Marina con el Comando Norte; segundo, en materia migratoria, la detención del flujo de personas que intentan cruzar la frontera, gracias a la presencia de más de 10 000 soldados en la frontera norte y un número similar en la frontera sur; tercero, el distanciamiento comercial de China, imponiendo nuevos aranceles a sus exportaciones y combatiendo el contrabando de millones de mercancías provenientes de ese país; cuarto, la lucha contra la inseguridad y la entrada de fentanilo mediante una política punitiva que ha frenado la exportación de esta droga, destruido cientos de laboratorios y encarcelado a miles de presuntos generadores de violencia; quinto, en cuanto a las cuotas que México debe pagar en virtud del Tratado de Aguas con Estados Unidos, México ha aceptado saldar su deuda; sexto, la firma de un Tratado de Medio Ambiente entre California y Baja California; y séptimo, el intento por reducir el déficit comercial con Estados Unidos.
Aún quedan pendientes asuntos muy importantes, como la exportación de ganado mexicano, el pago de aranceles sobre el jitomate, los problemas derivados del tráfico aéreo y las tarifas sobre aluminio, acero y cobre. Esto explica la actitud “tolerante” del presidente Trump.
Estas políticas de contención del Gobierno de México han sido apoyadas y ejecutadas por su equipo más cercano, integrado por el secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch; el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, a pesar de las diferencias públicas que mantuvo con la presidenta durante la precampaña morenista; el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente; el secretario de Hacienda, Edgar Amador Zamora; los secretarios de Defensa, general Ricardo Trevilla Trejo, y de Marina, almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles. Todos ellos han desempeñado un papel relevante en esta tarea. No obstante, la “espada de Damocles” sigue pendiendo sobre nuestra nación. Lo más trascendental para esta economía profundamente capitalista será preservar el T-MEC, cuya negociación o revisión se llevará a cabo a partir del próximo año.
El pronóstico para este supuesto nuevo orden mundial comercial es negativo, ya que es el resultado de aplicar la fuerza y la violencia. Sus efectos inevitables serán el aumento de precios de bienes y servicios, y con ello la inflación; la pobreza y la desigualdad, en este sistema económico, se incrementarán aún más.
Artículo de opinión escrito por Alfredo Ríos Camarena en El Heraldo de México
https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2025/8/2/un-nuevo-orden-mundial-719518.html