Hoy: 26 de noviembre de 2024
En ocasión cercana visité nuevamente la hermosa catedral de Jaén con un sacerdote amigo que tuvo la deferencia de mostrarme cada rincón y la mucha orfebrería de las capillas. Al llegar a la de San Miguel, frente a la tumba del obispo don Miguel Peinado, tuvo a bien relatarme una anécdota inigualable:
Todo dispuesto en una iglesia de la provincia para la ordenación sacerdotal de un joven con mucha virtud y algo escrupuloso. El obispo don Miguel, revestido de pontifical, con guantes blancos hasta el codo, bordados con el símbolo del Espíritu Santo en oro, báculo y anillo de pastor, comenzó la liturgia con rictus apretado. En el momento de la consagración sacerdotal, suelta el báculo bruscamente y se dirige con celeridad impropia a la sacristía.
El ordenando, sobrecogido en remilgos espirituales, creyó que el ordenante había tenido una revelación de Dios advirtiéndole de la imprudencia que estaba a punto de celebrar. Y se desmayó entre un movimiento de acólitos y turiferarios…
Al poco, aparece el bueno de don Miguel con solemnidad propia y dispuesto a acabar la ceremonia… Simplemente el prelado había sufrido una gastroenteritis. Aún no se sabe qué pasó con los guantes.
pedrouve