El té de las cinco

18 de septiembre de 2024
1 minuto de lectura
El té de las cinco. | FI

Los secretos se llaman así porque son vivencias que se ocultan a la voracidad de los curiosos. Los profesionales de la psiquiatría, confesores, médicos o abogados, que albergan en su trabajo una abundancia de ellos, tienen la sabia costumbre de olvidarlos porque, de lo contrario, perjudicarían su memoria y se podría dañar lo recordado.

Sin embargo, soy amigo de traer a la conversación anécdotas que brillen por sí mismas, sin necesidad de que nadie pueda sentirse herido o señalado, como ésta, que a continuación relato:

En Buenos Aires es muy de gente bien tomar el té. Como los ingleses, a las cinco de la tarde. En España, por el contrario, es hora de toros, de clavar banderillas con la palabra sin dañar demasiado. Al invitado, con muchos años encima y caudal abundante, le propusieron, tras la segunda ronda de té, casamiento con una tía soltera de lastimosa presencia. Con elegancia de castellano viejo, respondió: “No merece esa señorita un hombre con tan poco gusto como yo. Ella necesitaría un señor de más refinado paladar”… Y la tercera taza se sirvió con otra cucharadita de azúcar.

pedrouve

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Largo me lo fiáis

Esta frase tan conocida, con pequeños matices, aparece en El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina y en nuestro

La costumbre

Tuve un amigo que, cuando presentaba a su mujer siempre decía: “Aquí mi costumbre”. Si acaso notaba cara de extrañeza,

Esquelas

Conocí en otro tiempo a un señor que leía diariamente el ABC para cumplir con las familias de los muertos

Libros usados

Cuando las tempestades arrecian y es difícil descubrir horizontes despejados, conviene ojear las historias de ilustres personajes