Hoy: 23 de noviembre de 2024
Aunque Tibero murió a los 77 años, Séneca estaba convencido de que lo fueron matando poco a poco con un veneno lento. Claro está que ese veneno lento bien podría haber sido el olvido o el desprecio, la más dolorosa manera de consumirse.
Yo soy de los que creen que nuestros actos no pueden quedar impunes: cerrar los ojos y ya está. Tras la muerte, conoceremos por fin quiénes fuimos en verdad, la retahíla de insensateces que cometimos y el ovillo pequeño de los aciertos. Lo malo no será el saberlo, sino que también se enteren los demás y la pequeña historia doméstica nos perjudique al señalarnos en las fotografías.
Confieso que no tengo en este mundo líderes que me convenzan lo suficiente como para votarlos, y mucho menos para seguirlos. Cuando llegan las votaciones, me tapo la nariz y recuerdo, con los griegos, que soy un animal político, es decir, corresponsable del bienestar común. Porque, en muchas ocasiones, no es preciso que los jefes de aquí abajo se mueran para saber qué clase de motivos mueven sus corazones y sus manos.
… Lo peor de todo es que, sin advertirlo, nos están matando la vida con su veneno lento.