De Málaga a Argentina: la cerámica de Manises y el Art Nouveau en las obras de los españoles Pinazo

27 de febrero de 2024
8 minutos de lectura
Obra de los españoles Pinazo I Fuente: FI

Los constructores españoles Cristóbal y Cristóbal “Pedrito”, Pinazo, padre e hijo, oriundos de Málaga, fueron quienes introdujeron la técnica ceramista de Manises (Valencia) en las construcciones Art Nouveau en el país sudamericano

Dedicado a Olga Pinazo

Esta nota explora la rica tradición cerámica de Manises, España, y su influencia en la vida y obra de Cristóbal “Pedrito” Pinazo, un constructor y artesano ceramista cuya historia se entrelaza con la migración y la creatividad en el contexto del estilo Art Nouveau.

“Pedrito” Pinazo había nacido en Málaga y en una de las tantas olas migratorias, su familia llegó a Sudamérica. Pero con la particularidad que la madre de “Pedrito” zarpó del puerto de Barcelona embarazada, y él nació por circunstancias del cruce del océano Atlántico en una escala en San Pablo. A pocos de nacer, y en el mismo barco llegó a la ciudad portuaria de Rosario en Argentina.

A pesar de las limitaciones impuestas por la geografía y los recursos, Pinazo (padre) logró fusionar las técnicas valencianas aprendidas entre otros talleres en los de Manises, combinó sus conocimientos con las posibilidades que le daba su muevo terruño donde dejó junto a su hijo “Pedrito” un legado artístico significativo.

Por el destino caprichoso de tantos migrantes españoles o, hijos de españoles, “Pedrito” terminó viviendo en las sierras cordobesas, más precisamente en la incipiente villa de Carlos Paz, donde como en Rosario, dejó un legado también importante como olvidado o destruido por el desarrollo inmobiliario.

El Art Nouveau de Pinazo tuvo su esplendor en Rosario, pero en Villa Carlos Paz, y pese a sus dificultades de su salud y económicas dejó vestigios de su arte.

La cerámica aplicada a la construcción

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Obras de los españoles Pinazo. | FI

Lo relevante de los Pinazo en Argentina fue como aplicaron la cerámica para la estética de sus construcciones. Sobre las técnicas aprendidas en la ciudad española de Manises, que por muchos siglos fue la capital de la manifestación artística más relevante de la región valenciana.

Su historia se remonta a la época medieval. Las cerámicas maniseras se caracterizaron por su elegante diseño, el uso de colores vibrantes y una destreza en su técnica, aspecto que distinguía a cada constructor-artesano.

Con los años, y como todo gran arte muy sensible a los cambios políticos de las épocas, su influencia se mantuvo y el estilo manisera trascendió las fronteras geográficas y encontró un hogar inesperado en la vida de Cristóbal Pinazo, y de su hijo “Pedrito”.

Cristóbal (padre) fue un artesano ceramista malagueño que fortuitamente trabajó varios años en la fábrica de cerámica de Francisco Arenes, donde aprendió dibujo.

La historia de su hijo Cristóbal “Pedrito” Pinazo se entrelaza con la diáspora de su familia. Su padre se había traído entre las penurias, su oficio a la Argentina. Adaptándose a las diferencias entre las arcillas españolas y las disponibles en Argentina, Pinazo comenzó a modificar sus técnicas maniseras dándole muy buenos resultados.

El enfoque Art Nouveau que le dio a su trabajo generó construcciones únicas dignas de verlas y estudiarlas, entre ellas, la casa del reconocido músico Fito Páez, donde fusionaba lo tradicional con lo moderno.

El constructor de la trágica casa trágica

En Rosario, Pedro y su hijo Cristóbal “Pedrito” construyeron varias casonas tradicionales, una de ellas estaba ubicada en la calle Balcarce al 300 casi esquina con la calle Santa Fe, en Rosario, donde luego nacería y viviera el músico Fito Páez de trascendencia internacional y donde desgraciadamente ocurrió la tragedia que marcaría la vida del artista.

Allí mataron en ocasión de un asalto a la abuela y a la tía del músico amigo y colega de Joaquín Sabina. En plena gira del músico por Río de Janeiro, una noticia lo hundió: su abuela y tía abuela, Belia Delia Zulema Ramírez y Josefa Páez, respectivamente, habían sido asesinadas en su casa de Rosario.

Esa casona, —hoy demolida— de los Páez pasó a ser famosa e icónica por lo que significó en la vida del genial compositor y cantante rosarino, pero también por el arte incluido en su construcción. Los Pinazo, padre e hijo, fueron constructores estilísticos sobre todo de la estirpe español. Se ganaron un gran reconocimiento en el sector desarrollista e inmobiliario, y aún quedan casas y casonas con sus firmas en los altillos. Sus fotografías engrosan los archivos de las asociaciones que nuclean a los constructores y arquitectos rosarinos.

“Pedrito” heredó el oficio de su padre y ambos compartieron oficina de trabajo en la calle Pasco 240 de la ciudad de Rosario.

La efervescente ciudad portuaria sobre el río Paraná, denominada por varias características como “La Chicago argentina” se convirtió en el telón de fondo de la transformación artística de los Pinazo.

Inspirados por la estética del Art Nouveau, que abogaba por la integración de la naturaleza y la ornamentación en el diseño, Cristóbal (padre) comenzó a infundir elementos maniseros en su trabajo. La cerámica se convirtió en su lienzo y las formas curvilíneas y los patrones orgánicos del Art Nouveau encontraron un lugar en sus creaciones.  A medida que su destreza técnica y su comprensión artística evolucionaban, Cristóbal comenzó a diseñar y producir piezas que eran tanto funcionales como obras de arte, capturando la esencia de la naturaleza en cada pincelada de esmalte.

 En tanto, mientras los Pinazo se argentinizaban, apareció el asma en el joven “Pedrito”, y cansado de pelear con la enfermedad en la humedad rosarina, y tras fallecer sus padres, se casó con una rosarina bien identificada con esa ciudad, Laura Toledo, quien no tuvo reparo en acompañar a su marido a un lugar más benévolo para él y partieron junto a su pequeña hija, Olga Pinazo a las sierras cordobesas buscando un clima más propicio para los enfermos de las vías respiratorias.

 El motivo principal de la migración interna, en este caso, de Pinazo hijo fue su salud deteriorada, pero también, porque Villa Carlos Paz por esos años marcaba tendencia entre los lugares donde los inversores rosarinos pusieron el ojo para sus negocios. Urbanizaron cerros, como los hoy conocidos Villa del Lago, Villa Suiza, La Cuesta, Rosario Chico, entre otros barrios actuales.

Las casas más emblemáticas que construyeron en Rosario

Obras de los españoles Pinazo. | FI

En Rosario quedaron sus casas: de la esquina NE de Buenos Aires y La Paz, Tucumán 2062-64, Pellegrini 1572-74, Rioja 2362-64 (demolida), Urquiza 1611-17, y Pte. Roca 518-20 (originariamente formaban parte de una serie de construcciones de la esquina SO de Pte. Roca y Urquiza que se continúa por Urquiza con una de Pedro Pinazo, pero la de la esquina fue demolida).

 Cochabamba 173-77, Buenos Aires 2224-26, Santa Fe 1861-67, Santa Fe 1873-75, esquina SE de Urquiza y Dorrego, Moreno 1179-81 y la esquina NE de Balcarce y Santa Fe (parcialmente demolida). Esta fue la casa de la familia Páez. 

Una construcción recientemente demolida en Ovidio Lagos 1466-68 firmada Pinazo y Macri, pensamos que este Pinazo sería Cristóbal por datación aproximada del estilo constructivo, pero también podría tratarse de su padre Pedro.

La reinvención en las sierras cordobesas

 A pesar de las limitaciones impuestas por su enfermedad, “Pedrito” no abandonó su pasión por la cerámica y la construcción.

Durante este período, dejó su huella en la arquitectura local, contribuyendo con elementos Art Nouveau y Art Decó en varias construcciones.

Había llegado a Carlos Paz de la mano del ingeniero civil Héctor Guariglia, quien mantenía el gusto español de los Pinazo, un estilo Art Nouveau, caracterizado por la presencia de la naturaleza, con líneas rebeldes como una analogía a la libertad frente a la industrialización, altamente decorativo con cerámicas, azulejos fileteados con azul, rojo y dorado.

Aún quedan casas de esa época en Villa del Lago, Villa Suiza, La Cuesta y Las Vertientes que poseen detalles de la escuela de cerámica de Manises y con el estilo trabajado por “Pedrito” Pinazo, pese a que no llevan su firma por los convenios que tuvo que firmar para sobrevivir ya que su situación de salud lo empobreció.

Por esa época, también llegó a Córdoba, otro prestigioso arquitecto rosarino, Ángel Lo Celso con su renovado estilo Art Decó.

Como si se hubieran puesto de acuerdo y se dividieran zonas en las sierras: el ingeniero civil Héctor Guariglia construía en las laderas de los cerros, y los inversores que habían contratado a Lo Celso lo hacían en la otra banda del rio San Antonio que cruza la ciudad de Villa Carlos Paz, la conocida como banda norte, Villa Suiza y Villa del Lago. 

Lo Celso impuso que las casas no se identificaran por el constructor o diseñador, sino que se las conocieran por el nombre de sus propietarios. Por ejemplo, son muy reconocidas las casas y casonas diseñadas por Lo Celso, pero de propiedad de la tradicional familia Carena, principalmente de Armando Ezio, quien fue el primer diputado nacional de la región durante la gestión de Juan Perón.  

A pesar de los desafíos y obstáculos que enfrentó a lo largo de su vida, Cristóbal “Pedrito” Pinazo logró dejar un legado duradero en el mundo del arte y la cerámica. Su habilidad para adaptar las técnicas valencianas a su entorno en Argentina, junto con su contribución al movimiento Art Nouveau y Art Decó, son testimonios de su creatividad y tenacidad. Aunque quizás no alcanzó el reconocimiento que merecía en vida, su influencia sigue siendo palpable en las construcciones y las piezas de cerámica que dejó atrás.

Pinazo pasó sus últimos años en Villa Carlos Paz, en una casa ubicada en Los Tamarindos 23 junto a la familia de su hija, que se había casado con Rubén Prudencio Torres.

Falleció en 1970 y sus restos descansan en el cementerio de la ciudad que lo vio morir.

En qué se basaban las obras de los Pinazo

Lo esencial en las obras de los Pinazo fue lograr la interacción entre la cerámica y el Art Nouveau aunque parezcan campos distintos. Ellos lograron una interacción y una influencia mutua entre ellos.

 La cerámica proporcionó un medio para expresar la ornamentación y las formas orgánicas características del Art Nouveau, mientras que el movimiento artístico influyó en los diseños y las técnicas de producción de la cerámica de la época. Juntos, crearon una estética distintiva y una sensación de belleza y armonía en el diseño y en la construcción.

Por su parte, la cerámica ha dejado una marca indeleble en la arquitectura a lo largo de la historia, y que estuvo presente en los Pinazo, desde la decoración ornamentada de estructuras antiguas hasta las fachadas contemporáneas de vanguardia. Siempre fue un material arquitectónico valioso que sigue desafiando los límites de la innovación en el diseño de edificios.Principio del formulario

Un artista olvidado

La historia de Cristóbal “Pedrito” Pinazo es un ejemplo de cómo la creatividad puede florecer incluso en los momentos más desafiantes de la vida.

Su habilidad para fusionar las técnicas de cerámica de Manises con los principios estéticos del Art Nouveau reveló su destreza artística y su capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes.

Aunque su contribución al movimiento Art Nouveau en Argentina fue eclipsada en su tiempo, el resurgimiento del interés en su obra demuestra que su legado sigue siendo relevante.

La historia de Cristóbal “Pedro” Pinazo inspira a valorar y honrar a aquellos artistas que logran dejar una huella perdurable en el patrimonio artístico y cultural de las comunidades.

12 Comments

  1. Valioso rescate de las obras de verdaderos artistas, que como tantos otros, no han tenido el reconocimiento que se merecen por su aporte a la cultura popular. Felicitaciones Pedro Solans, excelente nota.

  2. Un recorrido del arte y sus artistas. maravilloso rescate cultural. Uno lee la nota y tiene la sensación de caminar por los barrios con alguien (Solans) que le va contando historias sobre las fachadas y los edificios y sus creadores.

  3. Lo conocí a “Pedrito Pinazo” allá entre fines de los 60’s y principios de los 70’s. A pesar de mi corta edad entonces lo recuerdo perfectamente. Transmitía una serenidad inposible de encontrar en un ser de la actualidad. Era reservado, afable, cariñoso y de muy austeros ademanes. Pero esa austeridad (descubrí con el tiempo) contrastaba completamente con su obra edilicia, de magníficos arabescos propios de la época, donde no se escatimaban recursos, materiales de calidad y el arte de los constructores.

  4. Aún quedan por Rosario en la calle Tucumán entre las alturas del 1400 y el 1900 calculo, algunas de sus obras, aquellas que la absurda simplificación de la modernidad no lograron destruir para siempre.

  5. Yo tendría 5 o 6 años, pero lo recuerdo perfectamente a Pedrito (ojalá mis primos que son sus nietos me estén leyendo). Zapatos cómodos acordonados, pantalón color caqui casi seguro de gabardina, camisa blanca abotonada hasta el último botón debajo de un chaleco de lana, gris, si mal no recuerdo y un saco/sobretodo de lana, no más allá de la cadera, de color pardo verdusco. Increible la sencillez de aquel hombre (paulista por accidente) que dejó aquellas construcciones tan delicadas a tan pocos metros de la casa natal de otro artista local como lo fue Antonio Berni.

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