Yo nací en el País Vasco (II parte)

6 de marzo de 2023
6 minutos de lectura
Playa de la Concha.
Playa de La Concha en San Sebastián. / EP

En mi tierra todo marchaba en paz, pero como siempre aparecieron las sombras que pretendían oscurecernos a todos el futuro. Todavía no sabíamos qué pretendían hacer unos pocos con nuestras vidas, con nuestra seguridad.

Nuestra educación era lo más importante, nuestras familias estaban muy unidas existía un matriarcado y nadie protestaba por ello. La proximidad de Francia nos ayudó a conocer el carácter, sus costumbres su historia, y, por el colegio, sus brillantes batallas. Lo triste era que el Euskera era hablado en la intimidad de las familias, como en la mía que, junto con el francés, nuestra abuela materna nos enseñaba, muchas palabras, y muchas canciones en las dos lenguas. 

Es muy curioso que en esos años de formación, la educación en el colegio era francesa y española, pero por desgracia para todos, en aquel tiempo, el Euskera estaba secuestrado por ideas destructivas para la cultura. Eso sí, los himnos todos los cantábamos en esa lengua tan rica y con esa sonoridad que proporciona gallardía al pronunciarla.

Hoy me siento triste por no hablarla. El día de San Sebastián, en la Tamborrada, nos sentíamos totalmente vascos cantando en esa lengua, igual que el himno a San Ignacio de Loyola.

Mientras, las ciudades y los pueblos creían y sus habitantes formaban sus vidas con esfuerzo y trabajo. Pamplona era nuestro mejor lugar para disfrutar, desde los balcones de la casa de nuestros familiares veíamos el encierro, con verdadero entusiasmo. Y nuestro grito después del chupinazo, era entonces ¡Viva San Fermín! Ahora es ¡Gora San Fermín! Me gustan los dos.

Aprendimos a amar nuestra tierra y jamás nos sentimos marcados por no tener los ocho apellidos vascos. Funcionaba la disciplina en casa y en el colegio, practicábamos el deporte, la  bicicleta convivía con todos y nos movíamos  por el monte como auténticos corzos, ese era el nombre del grupo de mi hermana mayor en las girl scouts. Yo era del grupo de las pequeñas, las alitas, y el alpinismo convivía con muchos en nuestra familia. 

Cantábamos al final de las comidas familiares y formábamos los mejores y mas queridos orfeones. La música se instaló en muchas familias y los conservatorios acogieron a muchos de nosotros entonces niños creando una verdadera vocación. Gracias a la música muchas diferencias se disolvían. Hoy forma una parte muy importante de mi vida. 

Era una tierra de paz y orgullo y eso que en cuanto crecí, sobre todo mentalmente, me di cuenta de notables contrastes con el resto de España.

En el mes de agosto llegaban nuevos aires, más fríos, más distantes, del resto de España, que nos hacían ver claro en nuestras vidas quien era el jefe, lo hacían con premeditación, año tras año, era vejatorio para algunos, y para otros muy ofensivo y les causaba terror.

La manera era fondear el yate Azor en la Isla de Santa Clara, justo frente a la playa de la Concha para hacernos sentir observados. Los padres de muchas de mis compañeras de colegio permanecían el tiempo de la visita de aquel barco en arresto domiciliario, lo que conseguía desestabilizar la paz que teníamos el resto del año.

Yo visitaba a mis amigas y recuerdo en esa época, en alguna de sus casas a dos señores en el portal custodiando el arresto, de algún padre, esta situación lo único que lograba en esas familias era mucha frustración y dolor, pero no nos lo comentaban nunca.

Todos, desde cualquier punto de nuestra maravillosa geografía, tenemos muchas historias para contar a esta juventud tan deficitaria en historias vividas.

Con este escrito solo pretendo poner en orden recuerdos que se han borrado y que las circunstancias de estos tiempos hacen que regresen a mi mente.

Mucha sangre derramada

Me duele que después de tanto tiempo, de mucho derramamiento de sangre y lágrimas que nos inundaron, y provocaron muchísimo dolor y temor, hoy continúa la pugna, esta vez, con la palabra, por el bien de unos, dejando parte del bienestar de los otros.

¿Conocen lo que es justo? ¡Que mal se gestiona con la avaricia! Es el cáncer de muchas leyes que por muy disparatadas que sean han sido aceptadas y por consiguiente aprobadas.

El mayor poder es la avaricia, que crea compañeros dañinos de viaje, pero que nos embarcan a todos en transportes defectuosos. Lo cierto es que nos trasladamos a otra ciudad, en el sur de España, elegida por nuestros padres, por el bien de todos.

Ya no vivimos ninguno de mis hermanos en la tierra que nos vio nacer,  y que amamos profundamente. Y nuestros oídos se silenciaron del imponente rugido de las olas en el rompeolas de San Sebastián, el Monte Urgull, donde una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos acogía, con los brazos abiertos. El Monte Igueldo, con sus atracciones y su funicular, nos encantaba subir en él.

Y aquel antiguo campo de fútbol de Atocha, frente a nuestra casa, y el barrio de Eguia, donde la cuesta era tan pronunciada que yo la bajaba con mis patines de cuatro ruedas con juego de bolas, así los distinguíamos los buenos de los menos buenos, por la calle Ametzagaña después de visitar a una de nuestras tías.

Y nuestras salidas de fin de semana con nuestros padres a Francia donde comprábamos todo lo que no se veía en España. Desde Irún ya nos cambiaba la cara y el chocolate era nuestro mejor regalo. Recuerdos de una infancia feliz en nuestra tierra.

Mi querido llorado y amado País Vasco. Todo lo dejamos atrás, mis compañeras de colegio que algunas tenían sus ocho apellidos vascos, y jamás se jactaron de ello; mis tardes de los jueves sin clase, mi padre nos llevaba a mis hermanos y a mí al cine, con sesiones continuas, mi gente, nuestras vidas.

Nuestra tierra de adopción fue una esplendorosa ciudad del sur con una luz imposible de definir con palabras.

Tiene dos magnificas torres y una catedral increíblemente hermosa esta ciudad, la cruza un silencioso río que nos conduce al mar y a un ramillete de playas de arena brillante; es desde hace años nuestro hogar, aquí han nacido muchos de mis queridos niños.

Dejamos el mar Cantábrico y ahora nos bañamos en las aguas de Cádiz, entre el Atlántico y el Mediterráneo, mejor ejemplo imposible, aguas tibias y con olas en uno; y el otro más cálido y sosegado.

Como la naturaleza nos enseña, pero no aprendemos. Nuestras ideas y el orgullo desmesurado no crean precisamente aguas mansas. Las piedras de estos monumentos que nos rodean en nuestra nueva tierra no hablan, dan belleza, no causan dolor. En mi tierra natal perdimos todos mucho, muchísimo.

Hoy gracias a esta preciosa ciudad donde nos instalamos por decisión familiar he sido capaz de sentir auténtica paz en mi vida. Soy vasca y española, española y vasca.

Me gustan las dos banderas, respeto a las dos y adoro a España con todos sus pueblos y ciudades. A pesar del dolor que produce tener que marcharte de tu lugar de nacimiento, es una enseñanza de desprendimiento, que te obliga a conservar valores y trasmitirlos en otros lugares, consiguiendo con esto trasportar parte de las vivencias y conocimientos de tu tierra de origen a otros lugares.

Siento orgullo, lo aseguro; he logrado por mi condición profesional, totalmente vocacional, que todos mis niños lleven una parte de mis enseñanzas, jamás los olvido y ellos me demuestran a través de los años que siempre están.

Puedo decir que esta bendita tierra ha contribuido a que pueda sentir felicidad, y todos los que están a mi alrededor contribuyen con su proximidad.

Soy vasca nací allí, escribí un día en estas mismas páginas Carta de un Asesinado por Eta. Fue a raíz de negarse a pedir perdón, un verdugo. La victima es la que pide perdón. No es idílico, no es mentira, su familia lo sintió así.

El perdón es la culminación del mal hecho. El perdón nos hace grandes. El olvido es más difícil. Amar es el sentimiento más sublime que puede sentir un ser humano. Demostremos que lo tenemos y lo pongamos en práctica.

Somos españoles y como tales hemos sufrido mucho hasta llegar a hoy. Es un canto a la vida de cualquier bien nacido. Nos lo transmitieron nuestros padres y este es mi respeto y admiración. No necesitamos políticas de ningún tipo, color, o lado.

Tenemos que remar a favor del viento para poder llegar. De lo contrario nos ahogaremos en las aguas de un mar embravecido.

5 Comments

  1. Una vez más, me encanta.
    Tan cercana como siempre, y como dices, muchos tenemos en nosotros un trocito de ti, de tu enseñanza y que placer tan especial.

  2. Como dicen en mi tierra, Cadiz, esto es el sentir y saber expresar lo que siente una persona por lo que dejó pero que sigue recordando con mucho cariño

  3. Mi querido Camelot supiste perdonar los motivos que os alejaron de tu querida tierra natal donde siguen tus mejores recuerdos pero como bien dices olvidar esos motivos es más difícil pues provocan un sentimiento de ira,rabia y a la vez de amor pues te hicieron la novia enamorada en la distancia de tu tierra que se dejaba conquistar por una nueva El amor ay! el amor

  4. Qué bonito homenaje ! Resalta muchas cosas buenas y únicas en el País Vasco.
    Este escrito también inspira una gran lección de vida, espero que muchos lo puedan leer y reflexionar sobre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

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