Casi todas las obras de teatro de Federico García Lorca tienen una reminiscencia de visillos. Era muy de pueblo mantener los encajes tras los cristales de la sala de estar que daban a la calle: los de fuera no veían a los de dentro y los dentro adivinaban festoneados a los de afuera.
Al estar de luto las hijas de Bernarda Alba, no les quedaba más remedio que ver el perfil de los hombres pasar detrás de los visillos, deformados, intocables, mientras ellas se secaban, dolidas y solteras, tras el ansia.
Ahora que en España apenas llueve, apetece asomarse al lamido del agua tras el encaje de los mil enredos de la política. No sabemos qué se cuece de verdad en las ollas familiares de los de fuera, porque nuestro luto es ignorancia de ropas oscuras, encerramiento de campanas que aprendieron sólo el sonido de los muertos.
…Los resultados de las elecciones de ayer y los de dentro de dos semanas, los interpretamos detrás de los visillos, al son de la música que quieren que bailemos. Algunos partidos políticos habrán podido comprobar que, en el descuido, también la muerte les acecha.