Hoy: 20 de septiembre de 2024
Para dar el Golpe de Estado se quitó el sombrero, blanco y redondo como una luna que tapara las sombras. Pedro se llama también.
Cuando todavía era presidente, se asomó a los fondos de armario de sus cajas fuertes y sintió que era demasiado lo que ya tenía para ser un católico reconvertido en comunista y que, en cualquier momento, los ojos de los espías podían expulsarlo de su paraíso. Decidió esa tarde que Perú se había quedado sin ángeles de la guarda y que a él, en año y medio, le habían crecido las alas suficientemente para ser custodio y dictador de semejante maravilla.
Suspendo las leyes, porque la ley soy yo, dijo el todavía presidente en el Congreso sin que fueran testigo las alas de su sombrero. Pedro también se llama.
Al escucharlo el pueblo, una carcajada triste sobrecogió los barrios altos y las bajas hermosuras de Lima. Y en Perú se volvieron otra vez azules todas las carnes del alma.
Si el 7 de diciembre, para decir lo que dijo, el presidente hubiese elegido el alba, como don Quijote, para comenzar su aventura, quizá el ímpetu de la luz primera le acompañara. Pero el mandatario, sin el sombrero blanco que le tapaba la herida, eligió la noche oscura, cuando el grito se levanta con más fuerza tras el suspiro de las injusticias.
Apenas quinientos días le ha durado la máscara a este hombre que, según nuestra ministra más representativa, era suave con los débiles y firme con los fuertes. Otras dos voces ministeriales, femeninas y propias, se añadieron en su nombramiento: “Al fin, se ve en América una brizna de esperanza”.
Los verdes campos del Edén es una obra de Antonio Gala que nuestros socios gubernamentales reconocen en paraísos como Venezuela, Argentina, Perú… Y mucho más paraíso en Irán, donde a los disidentes cuelgan de los árboles por estar en contra de la ley de Dios; nadie conoce a qué Dios se refieren. Y es que ya nos lo dijo Horacio en su Oda IV: “No nos está permitido saberlo todo”.
El expresidente de Perú ya está en la cárcel. También se llama Pedro.