En la tranquila localidad lucense de Burela, la noche del jueves se vio interrumpida cuando un vecino confundió maullidos con llantos de bebé y alertó a la Central de Emergencias. El origen de la supuesta situación de emergencia se ubicaba en un zarzal en la avenida Arcadio Pardiñas.
En ciertas circunstancias, el maullido de un gato puede parecer sorprendentemente similar al llanto de un bebé. La intensidad del quejido felino y el vigor con que llora el niño juegan un papel crucial en esta confusión. En la oscuridad de la noche, estas diferencias pueden desdibujarse y generar malentendidos como el vivido en Burela.
El llamado de alerta desencadenó de inmediato la movilización de los servicios de emergencia correspondientes, incluyendo a Urgencias Sanitarias de Galicia-061 como medida preventiva. Además, se informó al Grupo de Emergencias Supramunicipal (GES) de Cervo y a la Guardia Civil, quienes se dirigieron al lugar para evaluar la situación y buscar al supuesto niño abandonado en el zarzal.
Tras una exhaustiva búsqueda, el operativo descubrió que los sonidos que desencadenaron la alerta provenían, en realidad, de un gato. La situación se resolvió sin mayores complicaciones, según reportes del equipo de emergencia.
Un episodio nocturno que destaca la importancia de verificar cuidadosamente antes de asumir situaciones de emergencia basadas en percepciones auditivas.