Este fin de semana han saltado las alarmas en Ankara cuando las autoridades turcas han ordenado encallar un buque de grandes dimensiones, el Zhibek Zholy, que se dirigía a Oriente Medio con un cargamento de trigo.
El buque partió de Berdiansk con 7.000 toneladas de trigo, de las que se sospecha que hasta 4.500 podrían pertenecer a las arcas ucranianas. El Gobierno turco justifica sus temores alegando que «era La primera embarcación que salía de Berdiansk después de la invasión» e insistiendo en la voluntad que Putin expresó antes de la invasión acerca de exportar grano a Oriente Medio.
Sobre el acontecimiento se han esgrimido dos posturas diferenciadas. Por un lado, la del Kremlin, que ha desmentido todas las acusaciones y ha negado rotundamente el supuesto robo. Por otro, la del ministro de Exteriores de Austria, Alexander Schallenberg, que ha señalado a Rusia como la única culpable y ha tildado la requisa de grano a Ucrania de «comportamiento vergonzoso», aunque poco después ha añadido que «No está escrito en el grano a quién pertenece», por lo que las investigaciones deberán prolongarse durante unos días.