Ernesto Ekaizer
Charlie Kirk ha sido uno de los más influyentes evangelistas del movimiento MAGA (Make America Great Again) y según ha asegurado Donald Trump le ayudó a llegar a la Casa Blanca en 2024. Su injustificable asesinato no pudo venir en mejor momento para Trump. Porque sus promesas económicas y políticas están provocando una frustración en este sector que le fue fiel durante la pandemia con el asalto –algunos militantes portaban armas- del Capitolio en el Estado de Michigan a primeros de mayo de 2020 e intentaron el secuestro de la gobernadora de dicho estado Gretchen Whitmer, al tiempo que protagonizaron la toma del Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021.
Esa frustración en el plano económico se traduce en una desaceleración del crecimiento económico y de un resurgimiento de las tensiones inflacionistas. La pócima mágica de los aranceles se le ha vuelto manifiestamente en contra al presidente. Y en el plano político, el cover up o encubrimiento del escándalo Epstein –el caso del magnate financiero y delincuente sexual que mantuvo vínculos, entre otras figuras, con Trump y que éste prometió en la campaña electoral revelar una vez en la Casa Blanca- ya había generado divisiones entre los simpatizantes de MAGA.
El asesinato ha tenido lugar en un momento muy oportuno, por así decir, y la reacción de Trump ha sido, precisamente, la de erigir un mártir. Aunque, en este caso, la política norteamericana de la ultraderecha no se ha limitado a tener repercusiones dentro de Estados Unidos. Trump ha tocado a rebato para que todas sus terminales desencadenen una campaña contra la izquierda, incluso con el cuerpo todavía caliente de Kirk. Elon Musk, por ejemplo, lanzó el siguiente mensaje: “La izquierda es el partido del asesinato”.
Kirk ha caído bajo el plomo de una guerra cultural que él, quizá como nadie, llevó adelante. Él mismo había llegado a decir que los tiroteos masivos como parte de una guerra espiritual de personas trans contra el cristianismo, un tópico de la guerra cultural en una escuela de Minneapolis hace pocas semanas, en un contexto en el que el Departamento de Justicia del gobierno estudiaba prohibir a la gente trans poseer armas.
La violencia en la política norteamericana se ha revitalizado con Trump. Pero el asesinato a quemarropa, por ejemplo, de senador demócrata del estado de John Hoffman y su esposa en su casa de Minnessota, el 14 de junio pasado, al estilo Chicago años veinte del siglo pasado (fue tiroteado nueve veces y su esposa Yvette ocho) ni el intento de matar al gobernador demócrata de Pennsylvania, Josh Shapiro, habían tenido la repercusión de Kirk. Porque se trata de proyectar un mártir. Que Vox así lo venere es comprensible ya que se alinea en la “internacional trumpista”.
Que Feijóo haya entrado en el redil, ya supone un nuevo salto del PP en la dirección esta vez de la internacional ultraderechista al comparar las manifestaciones y enfrentamientos en La Vuelta con el asesinato de Kirk.