Santa Teresa de Jesús le recordaba constantemente a sus monjas: “Recuerden la casta de donde venimos”. Y venimos de Dios y a Dios vamos sorteando este carrusel de vaivenes que es la vida. Nunca la casta debe ser tenida en cuenta para envanecernos, sino para más responsabilizarnos.
Leo en una entrevista que le hicieron al obispo emérito de Lérida, monseñor Joan Piris, el emotivo reconocimiento a la humildad de su familia. Su padre un obrero y su madre costurera de ojos clavados en la tela y noches de pespunte. El obispo muestra con orgullo las tijeras de su madre que tiene enmarcadas en su despacho, como el mejor trofeo de su memoria.
Cada uno de nosotros lleva los oficios de sus padres en el alma, como instrumentos de los que hemos podido conseguir. El amor no se recibe de golpe, se nos va dando después que las tijeras recorten lo que sobra de la tela innecesaria. Después de comprender la sabiduría del despojo… El obispo Piris no mostró su alta responsabilidad en la Iglesia como un mérito, simplemente nos ha enseñado las tijeras de su madre y el aprendizaje que supuso para él la importancia de lo pequeño.