Hoy: 23 de noviembre de 2024
Menos mal que la juez de guardia de los juzgados de la plaza Castilla de Madrid no se dejó llevar por la ascendente corriente de decretar prisión ante testimonios únicos no siempre suficientemente sustentados.
No se pueden dar nombres reales en este asunto, porque la falsa víctima era una chica muy joven, cara aniñada, de poco más de 14 años. Para quitarse una previsible riña materna, salir de casa sin permiso, o deshacerse de las preguntas de su madre, la menor se entretuvo en inventarse que el hermano de su amiga la había violado estando en casa ella, la amiga y el supuesto violador.
Tristes consecuencias
La invención tuvo tristes consecuencias para el hermano de su amiga. Los padres de la chica denunciaron en la policía lo que esta les había contado. El joven acabó detenido y en los calabozos. Y luego ante el Juzgado de Instrucción 22 de Madrid. Estaba de guardia.
Llamó la atención en el juzgado el aspecto aniñado de la denunciante, la enorme diferencia de edad con su supuesto atacante y el dudoso relato de la chica, contradicciones. Dijo que la había violado el hermano de su amiga estando todos ellos solos en casa.
La juez decidió abrirle una causa por violación, pero no lo metió en la cárcel. Los hechos sucedieron hace unas dos semanas. Estipuló para él libertad provisional sin fianza, con la obligación de estar a disposición del juzgado. Se salvó de milagro.
Siempre negó los hechos y, entre lágrimas, defendió que la joven se lo había inventado todo, y que ignoraba el motivo.
Y todo porque la madre la vio un día seria y con semblante mohíno, y le preguntó qué le sucedía. Inmediatamente, ella y su hija acudieron a la comisaría más próxima para denunciar los hechos, poniéndose en marcha toda la maquinaria policial y judicial. Fue detenido ipso facto. Él juró y perjuró, con lágrimas en los ojos, “que naturalmente conocía a esa chica, que era amiga de su hermana, y que había estado en el domicilio familiar, pero que nunca se le ocurriría actuar contra ella y menos agredirla sexualmente”.
La experiencia del juzgado y de la fiscalía, en función de la variable declaración de la chica, aconsejaron prudencia. El denunciado quedó en libertad con cargos y como medida cautelar, el alejamiento de la presunta víctima.
La chica fue citada posteriormente por el juzgado. Todos se quedaron sorprendidos. Lo que había contado a la policía era una mendacidad. Espontánea y voluntariamente, contó en el juzgado que “los hechos no eran ciertos, y que lo único que pretendió en su día con la historia era que su madre dejará de importunarla, pues había tenido un día de perros”. Y que por eso se inventó la violación.
La juez ilustró a la joven sobre las graves consecuencias que su declaración podría tener para la persona denunciada. Lo que le atribuía era gravísimo, y el hermano de su amiga podía acabar en prisión. Tras oír a la menor, el joven quedó en libertad sin cargos y archivada la causa.
“Muchos jóvenes se confunden y fusionan los relatos de las redes sociales (donde se vierten todo tipo de caprichos) con la realidad, y sienten como si aquéllas y esta fueran análogas”, subrayan fuentes jurídicas.
Efectivamente, como bien expone el autor del artículo, hay jóvenes que trasgreden la Ley, con sus relatos y acusaciones falsas.
Éste y otros muchos ejemplos deberían llevar al legislador a revisar la mayoría de edad penal.