Una experta asegura que existe un incremento en los problemas del lenguaje en forma de retrasos y faltas ortográficas
La integrante de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicología de la Región de Murcia (COP-RM), y profesora investigadora en Neurociencias de la Universidad de Murcia, Laura Espín, ha considerado que es “fundamental” tener en cuenta la edad y el tiempo de exposición a las pantallas “porque un cerebro en desarrollo es más vulnerable evidentemente a los efectos nocivos de las nuevas tecnologías que un cerebro adulto”.
Y es que, ha advertido que se puede dar “una sobreestimulación visual y auditiva en un cerebro aún inmaduro”, según ha señalado esta psicóloga en un artículo.
Por ejemplo, Espín ha manifestado que se habla de un nuevo modo de leer en dispositivos y que esto está afectando al cerebro de las personas. “Si vamos a la base biológica de este hecho, la pantalla produce una estimulación dopaminérgica (placer inmediato) que hace que después un libro en papel les pueda aburrir”, ha señalado.
En este sentido, esta psicóloga ha manifestado que la pantalla “te hace leer a saltos, echar vistazos rápidos, pulsando de un enlace a otro”, lo que “evidentemente, limita la capacidad de lectura profunda y va a modificar la forma de funcionar de nuestro cerebro, o más bien la manera de emplear sus recursos porque el cerebro se adaptará a eso”.
Niveles más altos de irritabilidad
De hecho, ha indicado que “hay investigaciones que dicen que los niños que abusan de pantallas presentan más irritabilidad, menos paciencia y toleran peor la espera”, lo que se debe a que “los procesos atencionales han quedado afectados por esa sobreexposición, por esa inmediatez de la información que hace que nuestro cerebro ya no tenga la paciencia para esperar y procesar información de manera analítica y profunda”.
Al respecto, la experta ha puntualizado que se habla de un incremento en problemas del lenguaje en forma de retrasos y faltas ortográficas.
Asimismo, en niños de 12 y 13 años la sobreexposición a redes sociales y videojuegos “afecta a núcleos cerebrales que tienen que ver con la regulación emocional, además de afectar al córtex prefrontal, donde se ubican las funciones ejecutivas como es la planificación, organización, discriminación, en definitiva se observa una falta de atención en general”, apunta.
“Un problema añadido, no tanto en los menores sino más bien en los adolescentes es la alteración en el sueño y es que su ritmo biológico vigilia-sueño puede verse afectado, actuando la luz de las pantallas como un cronodisruptor, y no tanto por la luz en sí, sino por estar hasta altas horas de la madrugada hablando, chateando y no dedicándole el tiempo suficiente a dormir”, ha precisado Espín.
“No hay que porhibir las pantallas”
En cualquier caso, Espín ha aclarado que, “evidentemente, no hay que eliminar el uso de las pantallas”. De hecho, ha precisado que limitar el uso de las pantallas solo tiene sentido cuando el uso es exagerado, es decir cuando hay un abuso en el número de horas que están delante de la pantalla.
Así, ha reconocido que el ocio, hoy en día, está asociado a la tecnología. Sin embargo, ha advertido que “si este ocio excede el tiempo recomendado, irá en detrimento de otro tipo de ocio más saludable como horas de juego al aire libre y, en el caso de los menores, de horas de juego en el parque por ejemplo, afectando a su proceso de socialización y desarrollo motor tan importante a ciertas edades”.
“Con esto no hay que demonizar las nuevas tecnologías pero sí hacer un buen uso de ellas de acuerdo a la edad, acompañar a los menores siempre que se pueda e ir haciendo una aproximación progresiva a las mismas”, ha concluido.
Capacidad de concentración
Al ser preguntada por si se puede revertir el proceso en los casos de personas que han perdido esa capacidad de concentrarse en textos escritos, Espín ha considerado que sí es posible.
“Cuando ya hemos llegado a ese punto, la mejor manera de despertar otra vez el interés por la lectura es permitir que lean lo que les parezca interesante”, según Espín, quien ha apostado por “evitar prohibir cualquier tipo de lectura”.
“Si tenemos interés en los sucesos actuales, pues animar a leer en periódicos, o suscribirse a alguna revista por ejemplo”, según Espín, quien también insta a “buscar espacios creativos, es decir, lugares que aumenten la imaginación y la creatividad cuando se está leyendo”.
También ha recomendado “intentar establecer un hábito diario de lectura, fomentar conversar de lo que se lee o también relacionar nuestras lecturas con nuestros intereses en la vida”.
“Como la lectura y el mundo digital están cada vez más unidos, con la llegada de las tablets y móviles también llegaron los libros interactivos”, según Espín, quien ha considerado que “hay que tratar de adaptarse a las nuevas tecnologías y comprender que pueden convivir el libro en papel con el libro digital”.
“Analfabetismo funcional”
La profesional ha insistido en que, actualmente, las pantallas se están anticipando a los libros y “cerca del 40% de la población española admite no leer nada o casi nada”.
Así, ha considerado que el impacto de las nuevas tecnologías “parece haber hecho surgir una nueva forma de analfabetismo funcional, en el que la gente sabe leer pero es incapaz de mantener su atención en la lectura el tiempo suficiente como para comprender las ideas del texto, abstraerse y meterse de lleno en la lectura y/o captar los efectos emocionales propios de ciertas obras literarias”.
“Los profesores lo estamos viviendo en las aulas, observas cuando le explicas al alumno y parece que te está escuchando, sin embargo cuando le preguntas no ha entendido prácticamente nada de lo que le has dicho, se quedan con parte de la información precisamente por esa impaciencia cognitiva que les hace distraerse constantemente y necesitan pasar rápidamente a otra cosa, se aburren”, ha añadido.
De hecho, Espín ha indicado que “esto se ve mucho más claro cuando les pides que lean un texto y muchos de ellos, más que leer, lo ‘hojean’ y se quedan con los términos importantes para pasar rápidamente a otra cosa”.
“Esto evidentemente afecta al conocimiento”, según esta experta, quien ha puntualizado que esa forma de “leer” va “en contra de la propia naturaleza de la lectura”. Porque la lectura, ha añadido, “se da en un circuito que requiere varias fases para culminar y procurar el conocimiento”, de forma que “saltarse varias de estas fases y no estar en un buen ambiente para su desarrollo conduce a un conocimiento incompleto y/o equivocado”.
Bialfabetización
Para terminar, Espín ha considerado que “deberían implantarse proyectos educativos para impulsar” una bialfabetización, en la que ambas realidades existan juntas.
“Parece que gran parte del debate y de los estudios sobre el tema indican que es más conveniente iniciar la lectoescritura en la lengua más cercana a la persona, dando por hecho que las destrezas adquiridas en dicha lengua beneficiarán el desarrollo de destrezas en una segunda lengua”, ha destacado.
Ha concluido que procurar la lectoescritura bilingüe a través de la presencia continua de las dos lenguas en todos los contextos y situaciones de la comunidad educativa “sería un gran reto pero el bilingüismo (y el bialfabetismo) requiere un gran esfuerzo por parte de todos los agentes implicados: familia, escuela y gobiernos, solo así es posible la presencia real de las dos lenguas en la escuela”.
“Quizás, la apuesta sea la puesta en marcha de programas de centro verdaderamente interculturales para valorar y potenciar la diversidad lingüística en las aulas y fuera de ellas”, señala.