Con una dulce señora que vive todavía coincidí en un viaje programado de esos que, a la hora de la tertulia o el descanso, acuden intimidades y confidencias. Era culta, entretenida y preguntona. A cada rato me pedía la hora. Salíamos de…
La viuda de don Arcadio Ribagorta tiene los ojos azules y el alma satisfecha. Su marido, tras leer la novela de Blasco Ibáñez, Arroz y tartana, se había aficionado a la bolsa de tal manera que supo acertar apostando a los valores…