Hoy: 20 de diciembre de 2024
Con una larga cola en la puerta durante todo el día, la administración nº2 de Murcia, más conocida como La Envidiosa, afronta la recta final antes del esperado 22 de diciembre, día del sorteo del Gordo de Navidad.
“Es una semana de locos”, asegura Antonio García, gerente de la administración, quien también ha explicado a EP que este año las ventas han aumentado “por encima de un 12%”. Aunque los décimos están disponibles desde julio, los murcianos no suelen apresurarse y es a partir de mediados de noviembre, “cuando entra el frío”, cuando las ventas empiezan a crecer notablemente.
Con 82 años de historia, La Envidiosa ha atendido a varias generaciones de familias que mantienen viva la tradición. “Es una tradición que pasa de padres a hijos, un ritual. También hay otros que vienen por obligación, porque lo han heredado de sus padres”, señala García.
Otros clientes llegan impulsados por un sueño. “Hemos encontrado clientes que han soñado con números por la noche en casa y han venido por la mañana a buscarlos, y algunos han tenido suerte y les ha tocado el número de sus sueños”, recuerda García.
Sin embargo, hay quienes prefieren apostar por terminaciones específicas. “No hay 13 desde el mes de julio y tampoco quedan ni 15, ni 17, ni 19, ni 69”, explica el gerente.
Hoy en día, las administraciones cuentan con el respaldo de la tecnología. Hace 82 años, “todo era a mano y se sellaba de manera manual”. Ahora, gracias a los avances tecnológicos, “cualquier número que se desee del abono de Doña Manolita lo puedes obtener”, comenta García, incluso desde el terminal de La Envidiosa, sin necesidad de desplazarse a Madrid o hacer largas colas.
Cada 22 de diciembre, el equipo de la administración se “pone guapo” para el día más importante del año, con la esperanza de que “vengan los medios de comunicación”, ya que eso significaría que han repartido algún premio importante. El año pasado, después de estar atentos al sorteo desde las 8:30 de la mañana, lograron repartir dos quintos premios, lo que desató la euforia: “La administración se caía abajo de la alegría”.