Wegovy y Ozempic han sacudido el tablero de la salud metabólica. Ambos contienen semaglutida, una molécula inicialmente creada para tratar la diabetes tipo 2. Hoy, es el principio activo que respalda los medicamentos más sonados para perder peso en el mundo, según una información publicada en Excelsior.
Pero ojo: no es magia. Y mucho menos, algo que deba tomarse a la ligera.
En España, donde más del 40% de los adultos viven con sobrepeso u obesidad, la llegada de Wegovy promete mucho… si se usa como se debe: con diagnóstico, seguimiento y cambio de hábitos.
Aunque comparten la misma sustancia, sus usos y dosis son muy distintos.
El mayor efecto sobre el peso se consigue, como explica el doctor Bernardo Díaz Culebro (Clivi), con “la dosis más alta, mantenida en el tiempo y dentro de un enfoque médico integral”.
Estudios clínicos de referencia internacional, como los publicados en The New England Journal of Medicine, muestran que Wegovy puede provocar una pérdida promedio del 15 % del peso corporal.
Los datos de Clivi también lo confirman:
7 de cada 10 pacientes bajan al menos un 5 % de su peso inicial
Una cifra clínicamente efectiva, que se complementa con otras mejoras importantes en la salud:
Y cuando decimos mal, hablamos de autoprescribirse, usarlo sin diagnóstico, o creer que la inyección lo resuelve todo.
“Sin un enfoque médico, existe riesgo de rebote”, sentencia el Dr. Díaz. Abandonar el tratamiento o usarlo sin soporte clínico puede llevar a recuperar todo el peso perdido. Y más.
Además, la automedicación puede provocar efectos secundarios, frustración por resultados irreales y la peligrosa idea de que se puede “controlar el cuerpo” con una jeringa.
Antes de aplicar semaglutida, se debe pasar por una evaluación médica y de laboratorio. Solo entonces se puede diseñar un plan integral, que debe incluir:
Sin ese trabajo conjunto, Wegovy y Ozempic son solo un parche temporal.
El objetivo real no es perder kilos, sino ganar salud. Estas herramientas farmacológicas pueden ser útiles, pero nunca deben sustituir el compromiso del paciente con su bienestar físico y emocional.
La semaglutida abre una puerta prometedora. Pero atravesarla sin guía puede salir muy caro.