Cada generación tiene sus sabios que depositan en las páginas del tiempo una multitud de enseñanzas, casi todas olvidadas. Hoy destaco en Unamuno una premonición que pocos escuchan en la actualidad: “Las naciones se destruyen, no sólo a causa de las guerras, sino por la desunión”. Los tiros que más matan se cargan en los fusiles del odio que nacieron, descuidadamente, de la indiferencia.
Como español, amante de los esfuerzos y verdades de la Historia, me duele que un grupo de conciudadanos se haya inventado unos derechos, florecidos por dejadez en el campo de la locura. Como a los hijos que más protestan, se les enriqueció con privilegios para taparles la boca, sin saber que los caprichosos suelen estar envenenados por ideologías narcisistas y ambiciosas.
Más que desear separarse, abominan del resto de españoles que, precisamente, les dieron lo mejor de sí mismos en detrimento propio. Se sufre ante lo irremediable cuando algunos, para remediarse, les llenan de prebendas que únicamente sirven para agrandar su repugnancia.
Otro sabio de la misma época, Ortega, se murió con este pesar: “Amo a España porque no me gusta”.
pedrouve