Nada hay más bello que una fuente continua, secreta, que no moja los dedos y, sin embargo, se la oye correr camino abajo-camino arriba por las venillas dulces de la sed, como una reina que danza. Así es el conocimiento: un misterio que busca saber lo indispensable para no dejar de serlo.
Pero hoy es que se quiere saber todo y no se hace otra cosa que encuestas y valoraciones sobre temas sin sentido y sin provecho de nadie. Casi doscientos mil euros se han gastado del erario público para conocer el comportamiento de las cigüeñas que se encuentran sin nido y sufren el agobio de las campanas…
A nadie le da por buscar la manera de que uno pueda analizarse a solas y en silencio, desde los parámetros que más le hayan convencido. En el frontispicio del madrileño Museo Nacional de Antropología esculpieron una frase que viene de los griegos y usaron luego los romanos: ‘Nosce te ipsum’: conócete a ti mismo. Y así no tendrás que preguntar más payasadas.