La última vez que los británicos acudieron a votar en unas elecciones parlamentarias fue el 12 de diciembre de 2019. En estos cuatro años y medio, tres primeros ministros han ocupado Downing Street, reflejando una época convulsa que, según todos los sondeos, precede a un cambio de ciclo en el que los laboristas, encabezados por Keir Starmer, aspiran a conseguir su mayor victoria histórica.
Salvo sorpresa mayúscula, el próximo primer ministro será Keir Starmer, que tras asumir sin grandes aspavientos en 2020 el liderazgo de la oposición, ha ido ganando popularidad a costa de un Partido Conservador que no ha dejado de perderla, empezando por los efectos colaterales del Brexit y la controvertida gestión política de Boris Johnson durante la pandemia.
Johnson, símbolo de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, terminó dimitiendo por presiones internas, y Liz Truss no llegó siquiera al mes y medio en el poder. Después llegó Rishi Sunak, que pese a su experiencia en distintos ministerios tampoco ha logrado evitar las fugas de un barco que hacía aguas.
Sunak, joven y millonario, hizo del endurecimiento de las políticas migratorias uno de sus grandes ejes de Gobierno, pese a que él mismo es hijo de inmigrantes, pero el fracaso de medidas estrella como el plan de deportaciones a Ruanda ha terminado por poner en cuestión su capacidad real de gestión.
Aspira no obstante a la reelección frente a Starmer, que encara por primera vez unos comicios como líder laborista. La intención de voto para el principal partido opositor se ha disparado hasta rondar el 40 por ciento, el doble que los ‘tories’, si bien el sistema electoral no permite convertir automáticamente estas estadísticas en escaños.
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