Se podría decir que el presidente es quien gobierna en nuestro país; en nuestro caso, una mujer que por primera vez alcanzó el más alto honor concedido a un político por medio del voto de los ciudadanos.
Sin embargo, cuando entran en juego otros intereses, ajenos por completo a las reglas de elección, se pierde el objetivo principal de dar certeza y validez a la voluntad de los votantes en las urnas.
Fueron muchas las elecciones en que la duda aparecía al escuchar el nombre del ganador, siempre del mismo partido que gobernaba en el país. Ante tanta inconformidad por parte de los ciudadanos, nació el Instituto Federal Electoral. Llegó la alternancia porque los votos fueron contados por ciudadanos.
Después, convertido en Instituto Nacional Electoral, continuó ofreciendo la certeza que el electorado exigía acerca del respeto al sufragio emitido en las urnas. Todo fue muy bien, porque los funcionarios del INE fueron personas confiables.
Además, los ciudadanos, nuestros vecinos, amigos, familiares, el día de la Jornada Electoral se encargaban de la elección.
Han sido ellos —con todo y las fallas que pudieron existir— los que cuidaban la elección hasta entregar los paquetes electorales en las oficinas del INE.
Es de dar tristeza que hasta el INE haya sido “secuestrado” para convertirlo en rehén al servicio de un gobierno que no ha respetado instituciones. ¿Quién gobierna en México? Ya sabemos quiénes. ¡Qué vergüenza! Que nos tengan que decir en el extranjero lo que muchos se niegan a aceptar, cuando está más claro que el agua.
Sheinbaum cuando inició su mandato, pudo empezar a revertir todas las torpezas que su antecesor había cometido. Más que torpezas fueron canalladas, porque quien con toda intención comete arbitrariedades en contra de su país, no es digno de llevar la Banda Presidencial.
Con toda intención fue destruyendo instituciones creadas por gobiernos anteriores, mismas que tenían un fin. Instituciones que funcionaron; si había algo que modificar, se hubiera hecho sin necesidad de destruir toda su estructura.
Siempre hay que evaluar lo que se tiene y respetar lo que funciona; modificar algo que no resulta conveniente o no ha dado resultados y desechar lo que definitivamente no es importante.
Nunca de la manera como lo hicieron, con animadversión, con mentiras, creando un ambiente hostil entre los ciudadanos para lograr sus propósitos. El odio que se siembra sin justificación alguna, tarde o temprano se revierte.
La verdad tiene que ver la luz, tarde o temprano.
El partido que gobierna no ganó la mayoría en el Congreso. Lo sabe muy bien quien gobernó y quien llegó al poder con una “abrumadora” mayoría de la que tanto se jacta.
Con trampas, con amenazas, alcanzaron la mayoría calificada que requerían para hacer y deshacer a su antojo con las iniciativas que ya tenían preparadas.
Iniciativas que pertenecen al mayor destructor que ha tenido México, al que ha cometido la peor traición que puede haber tenido nuestro país.
México está hoy inmerso en la violencia provocada por grupos delictivos que operan en México y a los que se les ha dado vía libre para actuar. ¿Cómo negarlo? ¿Cómo ocultarlo o justificarlo? ¿Es el precio que hay que pagar por el apoyo brindado en elecciones?
Las mafias existen porque se les permitió extenderse en el territorio. Un verdadero gobernante —hombre o mujer— está obligado a dar resultados. Tiene al ejército (al que se le distrajo en otros asuntos que sus comandantes nunca debieron aceptar) lo mismo que a la Marina; hoy manchados en su honor por sospechas de corruptelas.
No hay razón para molestarse si de sobra se sabe que es cierto. No solo han destruido instituciones los que deberían velar por el bien de la Nación; han traicionado el compromiso que adquirieron. Nos han robado descaradamente, han permitido con su silencio cómplice que gente buena y trabajadora muera porque ya no podía ceder ante la extorsión. Patrimonios robados, hospitales en decadencia y más, mucho más es lo que está dejando un régimen destructor.
Como si fuera poco; al no haber recursos, el SAT va sobre los aguinaldos. ¿Es justo? ¿Qué más nos falta por soportar?
Y ¿Hasta cuándo?
Por su interés reproducimos este artículo de Cholyn Garza publicado en el Diario de Yucatán – ¿Quién gobierna México?