¿Qué se sabe del cometa interestelar 3I/ATLAS que se acerca a la Tierra? ¿Cómo fue la trayectoria de otros cometas interestelares similares?

20 de noviembre de 2025
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El cometa 3I/ATLAS tomada por el Telescopio espacial Hubble el 21 de julio de 2025 (Wikimedia Commons/NASA)

Los estudios revelaron que el núcleo era una mezcla de hielos y partículas de polvo, probablemente más antiguo que el propio sistema solar

3I/ATLAS mantiene en vilo a astrónomos y aficionados desde su ingreso en el sistema solar. Cruza el perihelio el 29 de octubre y se suma a la corta lista de visitantes interestelares detectados, una categoría en la que se encuentran 1I/Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Su llegada ha reactivado el interés por estudiar cuerpos celestes cuya composición y comportamiento pueden diferir notablemente de los cometas formados en nuestro sistema planetario.

Al tratarse de objetos nunca antes vistos, agencias como la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han desplegado toda su tecnología para recopilar la mayor cantidad de datos posible. Las diferencias estructurales respecto de los cometas locales convierten a estos viajeros en piezas clave para comprender cómo se forman otros sistemas solares. A partir de ello surge una pregunta directa: ¿Qué se descubrió sobre 1I/Oumuamua y 2I/Borisov? ¿Y qué se sabe hoy de 3I/ATLAS?

Oumuamua fue el primer objeto interestelar que visitó nuestro sistema. Se descubrió en octubre de 2017 con el telescopio Robert Weryk de la red Pan-STARRS, en Hawái. Presentaba una forma cilíndrica, alargada, similar a un cigarrillo, y un tono rojizo. Su nombre, que en hawaiano significa “Mensajero de tierras lejanas que llega primero”, fue elegido por quienes lo localizaron, según precisó la NASA.

Según recoge La Nación, las estimaciones señalaron que 1I/Oumuamua medía unos 400 metros de largo, quizá hasta diez veces más que su ancho. Esa relación de dimensiones, inédita entre cometas y asteroides conocidos, planteó nuevas hipótesis sobre la formación de sistemas solares en otras regiones del universo.

Oumuamua, que se encuentra en el centro de esta imagen, fue el primer objeto interestelar hallado en nuestro sistema solar / NASA

Su paso también reveló un comportamiento inusual, y señalaron los astrónomos del telescopio Very Large de ESO:

«Oumuamua varía en un factor de 10 a medida que gira sobre su eje cada 7,3 horas. Ningún asteroide o cometa conocido de nuestro sistema solar presenta una variación de brillo tan amplia, con una proporción tan grande entre longitud y anchura. Los objetos más alargados que hemos observado hasta la fecha no superan el triple de longitud que de anchura»

Su estructura era densa, compuesta de roca y posiblemente metales, sin agua ni hielo, y con una superficie enrojecida tras cientos de millones de años de irradiación cósmica. Pasó a 3.862.416 millones de kilómetros del Sol.

Además, el segundo visitante, 2I/Borisov, fue detectado por el astrónomo aficionado Gennady Borisov el 30 de agosto de 2019. Tras el impacto científico causado por Oumuamua, su hallazgo generó expectación inmediata. El telescopio espacial Hubble captó imágenes del cometa en octubre y diciembre de ese año, mientras atravesaba el sistema solar a unos 177.000 km/h. Descubrió la NASA:

«Las imágenes mostraron una gran cantidad de polvo alrededor de un núcleo brillante, aunque este era demasiado pequeño para ser observado por el Hubble»

Los estudios revelaron que el núcleo era una mezcla de hielos y partículas de polvo, probablemente más antiguo que el propio sistema solar.

Trayectoria del cometa interestelar 3I/ATLAS / NASA

En cuanto a 3I/ATLAS, a pesar de encontrarse actualmente detrás del Sol desde la perspectiva de la Tierra, se sabe que se formó hace más de 7.000 millones de años. Observaciones del Telescopio Espacial Hubble permitieron calcular que su núcleo helado tiene entre 300 metros y 5,6 kilómetros de diámetro. Su estructura, al igual que la de 2I/Borisov, combina roca y hielo. Al acercarse a la estrella, comenzó a desprender gases y polvo, detectados incluso a gran distancia por sondas de la ESA.

Sin embargo, a comienzos de diciembre volverá a ser visible desde el espacio y continuará su trayectoria hacia las proximidades de la Tierra. No representa una amenaza, ya que pasará a unos 270 millones de kilómetros. No será visible desde la superficie terrestre y solo los telescopios orbitales podrán capturarlo en detalle.

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