Las peleas dentro de las relaciones amorosas son comunes e inevitables, según expertos en psicología. Lejos de ser una señal de fracaso, estos conflictos forman parte del proceso de convivencia. Lo importante es cómo se abordan para que no deterioren la relación.
Andrew Christensen, académico de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), destaca la importancia de lidiar con los problemas de manera productiva. Esto implica centrarse en el conflicto en sí, evitando los ataques personales, los insultos y las actitudes defensivas o evasivas.
Más allá de estas estrategias generales, los psicólogos advierten sobre tres hábitos tóxicos que pueden poner en riesgo una relación. El primero es la necesidad de que una pelea tenga un ganador y un perdedor. James Cordova, de la Universidad Clark, asegura que este enfoque daña el vínculo y sugiere tratar los conflictos como un rompecabezas a resolver entre ambos.
James A. Coan, neurocientífico de la Universidad de Virginia, coincide con esta visión y propone un enfoque de “beneficio mutuo”, en el que se busquen soluciones que funcionen para ambos. La clave está en preguntarse: “¿Prefiero tener la razón o que seamos felices?”.
El segundo hábito tóxico es usar las opiniones del terapeuta como arma en una discusión, con frases como: “Mi psicólogo cree que eres egoísta”. Para Coan, esto destruye la intimidad emocional, ya que la otra persona se ve obligada a responder no a su pareja, sino a una autoridad externa.
En lugar de eso, los especialistas recomiendan expresar las necesidades desde una perspectiva personal y honesta, dejando fuera los juicios de terceros como terapeutas, amigos o familiares, para fomentar una comunicación más directa y genuina.
El tercer error común en discusiones de pareja es la actitud derrotista que recurre a frases como: “No sé por qué estás conmigo”. Aunque puede parecer un acto de humildad, en realidad invalida las emociones del otro y funciona como una forma de manipulación emocional.
Para superar este comportamiento, Cordova sugiere validar el esfuerzo que implica recibir retroalimentación, pero también es crucial expresar con claridad lo que uno necesita y por qué es importante para mantener una relación sana y equilibrada.
*Información de La Tercera.