Se precisa de mucha inteligencia, como la de Aristóteles, para condensar en una frase todo un comportamiento: “Primero vivir, luego filosofar”. Permítaseme, desde la humildad y respeto, que revierta la sentencia buscando alternativas al provecho: Primero filosofar, luego vivir.
Las recientes elecciones en Cataluña han desembocado en lo de siempre: un laberinto sin salida que pone de manifiesto una vez más el cainismo que transita por toda la geografía, dejando atrás la piel de la concordia. Las dos Españas deben ya salir de nuestra historia porque tal hechicería ha hecho, y sigue haciendo, mucho daño.
Sé que no voy a ser original en la propuesta. No obstante, siento el deber de repetirla: Señores responsables de los dos grandes partidos políticos, déjense de componendas estériles y únanse de una vez para que España se una. Ya está bien de esperpentos.
Primero filosofar para más tarde instalar en la vida lo bien filosofado. De lo contrario, no podremos vivir si no a empujones y descalabros, como hasta ahora.