Poetas hay en todas partes. Unos, que se reconocen como tales; y otros, que se nombran a sí mismos sin la menor prudencia. En Veraluz hubo un poeta verdadero que, cuando niño, reclamó urgentemente la atención de su madre para descubrirle: “Mamá, mamá, el techo de la calle es azul”.
Su compañero en la clase, Roni Ventura, sin embargo era diestro en el casamiento de las palabras para concluir en rimas desventuradas. Comenzó Roni a estudiar Bellas Artes, aunque pronto se convenció de que lo suyo era escribir y se inició en la tarea coleccionando plumas estilográficas que, como los fumadores en pipa, requería una para cada día de la semana. Su primer libro fue El Sol y en Viento, con algunos versos que había copiado descaradamente de Lope de Vega, pero como en Veraluz no habían leído a Lope, pasó el fraude inadvertido.
Andando el tiempo se fueron descubriendo las frases adulteradas de sus libros y ya de mayor, cuando presentó una tesis doctoral sobre la supervivencia poética, pocos la señalaron como propia… El nombre de Roni está ya casi olvidado, aunque siempre quedó en el aire de Veraluz el sufrimiento y la mentira de sus malos versos.