En medio de guerras y armaduras, conflictos y desaires, tristezas y destinos, felices o aburridos… navegan solitarios los poemas. El mundo interior se detiene cuando escucho decir a Baudelaire que “hay que ser sublime sin interrupción y que el dandi sólo puede morir ante un espejo”… viene a mí, entonces, el desarrollo de una idea que quiere avanzar con alas nuevas quedándose en su sitio.
La disciplina de un poemario sobre las manos abre el apetito de olvidar lo presente para enjugar el cansancio inútil en el equilibrio de la maravilla. Si se buscan con afán los versos de Carmen Saval anunciando que ”siente a Dios en tránsito por su cerebro”, escuchamos cómo acude la sangre a sus principios buscando renovar escalofríos con una liquidez de sueños insaciables.
Poetas. Poetas que embarazan destinos de dulzura alcanzable. Versos o estrofas que aniquilan los miedos con la serena seriedad de la palabra, no huyáis de este campo de batalla que nos mata, poco a poco, con el fusil de las vulgaridades. Deteneos en la orilla de la preocupación, sostened las esperanzas caídas mientras el pájaro solitario nos alcanza su música.