Nunca hubiese querido que se resucitase en España el tema del guerracivilismo porque seguir a Zapatero, en cualquier caso, es una gran tribulación. Nos metió a su abuelo en la Memoria como si fuese un hada madrina a la que tuviéramos que encender velas para tenerla contenta.
Traer de nuevo las impiedades de la guerra es despertar otra vez la sombra de las infamias que destrozaron un tiempo y que las sacan de nuevo a colación para que no se noten demasiado las injusticias de ahora.
Todos tuvimos un abuelo o un bisabuelo, documentadamente, que esta Memoria no quiere recordar y que no es de cristianos reverdecer lo injustificable para que vuelvan los resentimientos.
Aquella guerra, y todas, reflejan la deshumanización de las personas, La más deshilachada conducta de la vida. Ningún pueblo está libre de la barbarie. Pero, como diría Santa Teresa, el peor enemigo es el de dentro de casa… Sería aconsejable sosegar primeramente la sangre propia y recordar más tarde a los abuelos que, en ningún caso, deben justificar los personales trastornos del alma.