El proceso penal como instrumento de venganza

18 de abril de 2025
3 minutos de lectura
Encarcelado |EP

CRISANTO GREGORIO LEÓN

“Cuando el proceso penal se convierte en instrumento de venganza o de opresión, su miseria supera a la del delito mismo» (Francesco Carnelutti, ‘Las Miserias del Proceso Penal’)

El 13 de abril, mientras la liturgia del Domingo de Ramos resonaba en el templo, la reflexión del sacerdote sobre la perenne crucifixión de inocentes a lo largo de la historia caló hondo en mi espíritu. Dos milenios han transcurrido desde aquel Viernes Santo, y sin embargo, la sombra de la injusticia sigue extendiéndose sobre nuestro mundo, proyectando su oscuridad sobre almas puras.

En ese instante, la figura de un hombre surgió con una claridad dolorosa en mi mente. Lo vi, cual Cristo moderno, clavado en la cruz del sufrimiento, víctima de la vileza humana. La maldad urdida por una mujer y su hija, alimentada por los celos oscuros de un marido resentido, se conjuró para tejer una red de «acusaciones falaces». La defensa, con ahínco, persigue evitarle una condena infamante y arbitraria, luchando para que no logren sellar injustamente su destino. «Se elevan plegarias al Altísimo por la pronta libertad de este hombre.»

Conozco su alma desde que era un niño de apenas diez años. Recuerdo vívidamente aquel día en que, siendo yo maestro de educación primaria y camino a mis labores docentes, presencié a un hombre forcejeando con un niño para arrebatarle su bicicleta. Sin dudarlo, perseguí al agresor y restituí el bien al pequeño. Al llegar a la escuela, mi lugar de trabajo, vi al niño conversando con la secretaría del plantel. El niño se acercó a mí y le contó a su madre, la secretaria, que yo había sido quien le rescató su bicicleta.

Ya existía una relación laboral con la secretaria, pero desde ese acto nació una amistad sólida entre los tres, extendiéndose a su familia. Por años, esa amistad se consolidó, fuerte como el mármol. Desde entonces, conozco a este hombre, desde que él tenía diez años y yo veinticuatro. Fui testigo del dolor cuando su madre falleció trágicamente de un infarto fulminante al corazón al salir de una entidad bancaria aclimatada por el aire acondicionado, tras haber ingresado acalorada por las altas temperaturas de la zona.

Conozco a esta familia de sólidos principios éticos y cristianos, y doy fe de su honestidad, rectitud y pureza moral. En mi corazón y en mi mente no cabe duda alguna sobre la inocencia de este hombre. La magnitud del crimen que se le imputa resulta inconciliable con la nobleza de su espíritu. Por demás es perturbador que aún permanezca privado de su libertad cuando las propias pruebas presentadas, lejos de incriminarlo, se yerguen justicieras con la duda razonable a su favor.

Las contradicciones palpables en el expediente deben ser faros que iluminen el camino hacia su liberación. Quienes hoy se regocijan en su desgracia, embriagados por una satisfacción efímera y perversa, deben saber que llegará el momento ineludible de rendir cuentas ante el tribunal supremo de Dios. Ante esa instancia divina, donde la verdad se revela en su desnudez y la conciencia es el juez implacable, sus maquinaciones quedarán expuestas.

Dios, en su infinita sabiduría, conoce a sus hijos desde el vientre materno. Y en este caso particular, permítanme señalar una circunstancia que no puede pasar inadvertida: una señora que no es de la región, artífice de este sufrimiento, se presentó como un espectro foráneo, una suerte de emisaria de las sombras, con la oscura misión de tentar a un hijo de Dios, a este hombre. Y al no lograr doblegarlo a su voluntad inconfesable, ha persistido en mantenerlo tras las rejas, actuando como quien arrastra a otros a las profundidades del infierno. «Se implora al Altísimo, guía de todos, que la verdad, en toda su integridad, sea finalmente valorada y que se decrete la libertad de este hombre inocente.»

En el intrincado laberinto del alma humana reside la sindéresis, esa capacidad innata para discernir el bien del mal, un sentido primordial de lo justo y lo recto. Ante las vicisitudes que enfrenta este hombre, cuya libertad clama al cielo, la sindéresis de quienes juzgan debería resonar con la verdad que palpita en este caso, guiando sus decisiones hacia la equidad y la liberación de un espíritu noble.

Pues, al igual que en los tiempos del Imperio Romano, pareciera haber muchos Pilatos contemporáneos, lavándose las manos ante la injusticia, permitiendo que un hombre bueno languidezca en la ergástula. Comprendiendo que nada de lo humano me es ajeno, y conmovido por la infamia que se ha cernido sobre este hombre, a quien conozco desde su infancia, queda entonces en manos de los hombres justos la vida de otro hombre justo.

Ustedes representan la fibra humana y sensible en la frialdad, a menudo impenetrable, de un tribunal. Tribunales que al ser usados por mentes perversas siembran consternación y amargura en aquellos que, siendo inocentes, son arrastrados por la maldad ajena, dejando un sabor acre en la boca de quienes claman justicia y no encuentran oídos que les crean.

“La peor miseria del proceso penal es cuando la pasión ciega la razón y la maldad suplanta a la justicia. «

*Por su interés, reproducimos este artículo de Dr. Crisanto Gregorio León, publicada en El Impulso.

▷ #OPINIÓN El proceso penal como instrumento de venganza #16Abr – El Impulso

3 Comments Responder

  1. Gracias por este artículo, lleno de verdad. Jesucristo es el Testigo Fiel dice la Sagrada Escritura. Qué terrible es ver a las personas dilapidado la dignidad de otro con falsos testimonios y falsos juicios. No es un fallo más, un pecado o error entre otros… El Hijo de Dios Crucificado muestra la gravedad de esta malicia. Las palabras también matan. En la calle y en los tribunales… es necesaria siempre la valentía de un juicio justo que no destruya la presunción de inocencia por motivos ajenos a la verdad

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

¿Quién cederá primero: EE UU o China?

La guerra comercial con Trump puede profundizar el malestar económico en el país asiático…

Juventud, ¿dónde estás?

ALICIA ÁLAMO BARTOLOMÉ…

Roasting: ¿violencia o libertad de expresión?

LAURA CORONADO CONTRERAS…

El eco de las guerras pasadas: Europa ante la amenaza nuclear

LUIS MANUEL MARCANO SALAZAR Europa revive tensiones geopolíticas mientras el legado de Reagan y la ambigüedad de Trump revelan claves…