Los clásicos suelen decir que ‘año nuevo vida nueva’, que como propósito está muy bien, sobre todo si el año ‘viejo’ ha sido calamitoso y no ha causado más que disgustos. En el PSOE deben estar pensando algo así y es que la organización creada por Pedro Sánchez a su imagen y semejanza ha pasado un año complicado por el incordio constante de sus socios independentistas; los desencuentros con Sumar y Podemos, sobre todo con la vicepresidenta Yolanda Díaz; los malos resultados en las encuestas que ponen a los socialistas por debajo del 30% de los votos; los lodos de la dana y, sobre todo y muy especialmente, por los incómodos casos judiciales que acechan al entorno más próximo e íntimo del líder socialista.
Pero los deseos no siempre encuentran acomodo en la realidad y para Pedro Sánchez, su Gobierno y su partido el año nuevo le ha devuelto los deberes pendientes con la justicia, que son muchos, y con otras banalidades de la política inmerecidas para un presidente como éste que los españoles seguramente no se merecen (eso debe pensarlo él, no lo digo yo).
La cuestión es que lo que si para la mayoría de los mortales enero llega con la cuesta de la subida de precios y las deudas de las celebraciones navideñas, para los socialistas llega con la ‘cuesta judicial’, en palabras del periodistas de Vocento Mateo Balín, que lo sustenta en el “cúmulo de frentes en los tribunales para el Gobierno” porque la agenda tiene marcadas estos próximos miércoles y jueves dos citas relevantes en las causas que se siguen contra el fiscal general, Álvaro García Ortiz, en el Tribunal Supremo y contra David Sánchez, hermano del líder socialista, en un juzgado de Badajoz con su declaración como investigado por varios delitos.
Y eso solo de momento porque el juez Peinado sigue a lo suyo en el ‘caso Begoña Gómez’, esposa del presidente, y el Supremo hace lo propio con los Koldo y Ábalos de donde puede salir cualquier cosa y no buena para el Gobierno del PSOE, y ya veremos si la estela de aceite no acaba manchando más allá del exministro y su asesor.
Como saben bien los lectores en las diferentes causas abiertas se investiga si hubo delitos de revelación de secretos en la difusión de datos reservados de la pareja de Isabel Díaz Ayuso; si en la Diputación de Badajoz se hizo ‘un traje a medida’ para el hermano del presidente; si hubo tráfico de influencias y apropiación indebida por parte de la señora Gómez abusando de su condición de ‘primera dama’, o si hubo señores que aprovecharon la pandemia para enriquecerse con la venta de mascarillas y otras cuestiones, panoplia que recorre el Código Penal.
Vemos que presuntos delitos hay para todos los gustos y colores que los socialistas intentan sacudirse con el argumentario de los bulos y la persecución judicial y mediática. Ya veremos en qué acaba y cómo todas estas estas historias. pero si da pereza y pena que la política española acabe un año y empiece otro con los mismos problemas, como si nada hubiese cambiado.
A decir verdad, algo sí ha cambiado o se está en ello, porque las direcciones territoriales del PSOE ‘hostiles’ con el líder están cayendo una a una y la última es la andaluza, donde Pedro Sánchez se ha quitado de en medio a Juan Espadas y abre la puerta para que llegue su incondicional María Jesús Montero. Sánchez lo quiere todo atado y bien atado, pero no para dejarlo, sino para amarrar su continuidad.