Parece un cuento, pero es una historia del siglo XXI… con unos protagonistas que asombraban con sus actuaciones muy poco edificantes y que hoy nos hacen recordar esos tiempos muy lejanos, donde los ciudadanos, eran sumisos y soportaban todas las leyes que implantaban, aquellos gobernantes, sin piedad ni miramiento alguno, por sus súbditos.
Aquel mandatario, mentiroso reincidente, estaba dejando aquel país como tierra quemada, con sus múltiples fechorías ,un hombre sin principios ni conciencia, y que trataba a los ciudadanos como siervos, para su propia gloria.
Se apoderaba de las voluntades de sus seguidores y actuaban como sectarios siendo premiados con asignaciones que les podían resolver sus economías para siempre.
Lo hacía bajo cuerda en un principio, y después sin el menor disimulo, más bien jactándose con su malogrado poder, a costa de múltiples cambios de leyes, que funcionaban bien hasta entonces, y que las cambió, con falsas verdades, para su beneficio.
Tenía a su lado a unos engañados resentidos, que soñaban con una gran venganza, con subir escaños, lo máximo posible, sin percatarse, que se estaban vendiendo a un desalmado, solo por recibir grandes emolumentos y que con una firma plasmada en un documento, les acreditaba tras realizar un juramento de pleitesía y una total sumisión para hacerle crecer y convertirlo en el «gran dictador» esa era su gran obsesión y su máximo deseo.
Su ambiciosa y orgullosa esposa, necesitaba más, no se conformaba con lo que recibía de él y le pedía, ser y poseer cargos, para de esta manera poder satisfacer sus múltiples carencias vitales, producidas por la falta de principios morales en un entorno donde se formó y donde solo el dinero, no era suficiente para tener prestigio. Era un tiempo donde se valoraba muy mucho, el nivel moral y ético en una época llena de tabúes, prohibiciones y falsas apariencias.
Él, la amaba tanto y se enamoró de tal manera, que como en el cuento de Aladino se transformó, en su lámpara maravillosa para ella, sin darse cuenta de que el genio no regresaba dentro de la lámpara y se quedaba pululando por los pasillos del palacio, tomando nota de todo lo que acontecía en él.
Cada vez que ella se envolvía en sus brazos y se amaban colmando todos sus apasionados deseos. Ella lograba hacer realidad cualquiera de sus múltiples ambiciones, fueran del tipo que fueran.
Consiguió toda clase de prebendas y él la satisfacía con nuevas posesiones, más oro y lo más deseado por su gran avaricia sin límites, se vio obligado solo por amor según él, a otorgarle titulaciones y puestos importantes en diferentes, especialidades, careciendo de titulaciones y conocimientos, para tales puestos.
Los partidarios de su conseguidor esposo, viendo la gran cantidad de poder que ella conseguía, se empezaron a sentir molestos y envidiosos, comenzaron a crear toda clase de leyendas y bulos sobre ella, y así comenzaron a destapar, la gran fortuna que estaba acumulando ella sola, o en compañía de otros, con o sin el conocimiento de él, tanto monta…
Como estaban acostumbrados a gozar de playas paradisiacas desde qué logró el poder, sus posesiones, se extendían por muchos lugares del mundo donde se podían reunir con los más poderosos personajes, dueños de las más grandes fortunas y así, con esos aliados lograr lo más deseado por todos ellos, ser los creadores de una nueva civilización, con poder absoluto sobre los indefensos y pacíficos seres que poblaban otros países.
Eran felices, estaban poseídos de un orgullo que daba vergüenza, se fotografiaban, hacían ostentación de sus viajes y sus falsos conocimientos salían a la luz, incluidas, sus faltas garrafales de protocolo.
Mientras, sus acólitos se morían de envidia, así que sin una preparación adecuada, se zambulleron en la más excitante carrera de lograr el mayor tesoro, que era el poder y el dinero.
Su meta era retirarse «forrados» lo habían aprendido de su gran
maestro, el conseguidor. Al final de su gran carrera de concesiones y apaños, muchos les fallaron y los dejaron tirados, nunca mejor dicho, no les quedó otra que tirar de la manta sin escatimar detalles, no dejaron nada a la imaginación.
Cuando su trayectoria cayó en picado, todos fueron testigos con total nitidez, de sus múltiples juegos de cartas marcadas «como aquellos antiguos tahúres del Misisipi»
Con la falta de conciencia y empatía que poseía, se creyó el más poderoso, subido en su pedestal, pero este se rompió en mil pedazos bajo sus pies, cuando sus huestes se dieron cuenta de que él era un auténtico fraude.
Jugaba con las cartas marcadas que recibía de un personaje tan ambicioso como él, exiliado por cobardía en otro país, él era el que realmente lo manejaba a su antojo, como su marioneta.
¿Parece un cuento verdad? Pues vosotros mismos tenéis un espacio libre para el punto final, es vuestra oportunidad.
¡Aprovecharla!
En efecto, parece un cuento.
El final está lejos de ser a los que acostumbramos, en este caso no somos felices y comemos perdices, siempre somos los mismos perjudicados, los últimos en la cadena.
Es una pena no saber valorar el daño que hacen los protagonistas del cuento, ya lamentarán no haber despertado antes.