Isaías ya lo profetiza como revelación de Dios: “¡Consolad, consolad a mi pueblo!”, hasta el punto de que Él mismo se ratifica como consuelo de Israel. Séneca confirmó tal consolación como una de las dignidades del hombre, sabiendo que en cada época
Los Magos de Oriente llegarán en barco, tirolina, helicóptero o esquiando en la noche más mágica del año para los niños, y mayores, que esperan sus regalos