Pactar por España

A falta del escrutinio del voto desde el extranjero, que podría obligar a Junts per Catalunya (JxCat) a retratarse y no abstenerse en la investidura de Pedro Sánchez, la geografía política dibujada por una amplia mayoría de votantes españoles confirma el predominio de Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español PSOE), que suman 258 diputados y 192 senadores.

España carece de sociedad; que siempre es civil, por irresponsabilidad cívica de muchos ciudadanos, y el enorme peso de los partidos políticos en todos los ámbitos y su manifiesto interés en asimilar y/o neutralizar a líderes sociales emergentes; ofreciéndoles integrarse en sus maquinarias totalitarias para la toma del poder.

El mayor cambio en la democracia española lo protagonizan los ciudadanos; libres e iguales, que votan en cada convocatoria la opción que mejor los representa; sin las ataduras ideológicas y sentimentales de sus abuelos, pero en los cuarteles generales de Génova y Ferraz siguen sin enterarse y dando por hecho que sus ofertas son irresistibles.

Pero la virtud de pactar por España de sus dos principales partidos, no es solo una cuestión aritmética, sino una necesidad de la nación ante los retos internos y externos, que siguen acumulándose ante la miopía de PP y PSOE; jaleados por sus legiones de sectarios estómagos agradecidos y para alegría de adversarios y oportunistas.

En el ámbito interno siguen acumulándose déficits, como la deuda de 1.535.262 millones de euros. que supone el 112,8% del PIB; es decir casi trece puntos más de todo lo que España produce y exporta. El gasto en pensiones, que en julio alcanzó los 12.017,76 millones de euros; y seguirá creciendo por la negativa tasa de nacimientos y pirámide de población.

Pese a los esfuerzos socialdemócratas del gobierno de coalición PSOE-SUMAR, la mayoría de los trabajadores españoles sufre precariedad en el empleo y bajos salarios; mientras muchas empresas viven acuciadas por la subida de precios de las principales materias primas, los combustibles, impuestos, escasa productividad y complicado acceso a financiación bancaria.

Paradójicamente, cada año, comunidades autónomas y el gobierno central devuelven miles de millones de euros a Europa, destinados a I+D+I, por dos causas principales: incapacidad de gestión y carencia de fondos para asumir la parte proporcional de cada proyecto. Y esta insuficiencia es grave porque Andalucía y Extremadura podrían convertirse en la despensa gourmet de mercados élites y en proveedores de alimentos para India y China, que están viviendo su particular siglo XIX.

En el ámbito exterior, España es un país europeo, atlantista, aliado de Estados Unidos y muro de contención del terrorismo de inspiración islámica, en el sur de Europa; estremecida por la guerra en Ucrania y flujos migratorios incontrolados desde el Magreb y África. Su vinculación con Iberoamérica es más emocional que eficaz por complejo colonial y la vocación de ex colonias españolas por Estados Unidos, como paradigma y sueño.

Frente a tales retos y oportunidades, la actitud predominante en partidos nacionalistas e independentistas es desentenderse de los desafíos de España y tratar de sacar tajada financiera y competencial en cada negociación para investir gobiernos en Madrid, sin integrarse para no desgastarse ni aparecer ante sus votantes como colaboracionistas del estado español; como llaman peyorativamente a quien les paga y comparte espacios y tribunas constitucionales y democráticos.

Suelen los aldeanos vanidosos creer que el mundo entero es su aldea; pero hace años que el orbe es plural y diverso; lástima que tengamos overbooking de cruzados dispuestos a persuadirnos de la grandeza de la estrechez de mira; y escasez de sensatos, que apuesten por la nación como espacio de libertad y convivencia, que son las mejores garantías para España, aunque algunos sigan empeñados en dividirla en bandos contrapuestos e irreconciliables.