Hoy: 10 de noviembre de 2024
Las obras confiscadas tras la Guerra Civil y depositadas en los museos españoles superan las 3.700 piezas “y todavía queda mucho por investigar y pueden aparecer nuevos datos”, según ha alertado Arturo Colorado, catedrático de la Universidad Complutense y experto en el estudio del patrimonio durante la Guerra Civil y la posguerra.
Colorado considera que investigar estos casos es “una decisión política dada la magnitud del expolio”, también afirma que hay otras miles de obras dispersas por instituciones.
Así, en organismos públicos se pueden calcular en más de 2.300 piezas las que fueron confiscadas y entregadas en la posguerra, cifra que se tendría que sumar a las que se dieron a las iglesias, conventos e instituciones religiosas, o a particulares.
Colorado ha sido también el encargado de listar las obras confiscadas en el franquismo que se encuentran en el Museo del Prado, hasta el momento, la cifra se eleva a 70 de los fondos de la pinacoteca. El experto considera que es “un paso fundamental” por parte del museo nacional, pero anima al resto de instituciones a “seguir estos pasos”.
Colorado señala “un caso sangrante” dentro de este portal, el de la confiscación de los bienes de Pedro Rico, alcalde republicano de Madrid que marchó al exilio. Sus bienes artísticos, que alcanzaban el montante de 25, fueron entregados a distintos destinatarios, a museos como el de Arte Moderno, Segovia, Valencia o Asturias, a organismos como el Gobierno civil de Las Palmas, hoy día en el museo Casa Colón.
Además, su biblioteca fue a parar a la Universidad Complutense y su archivo personal parece ser que al Archivo Histórico Nacional. “Sus nietos, que son personas mayores, han reclamado estos bienes, pero hasta la fecha no han recibido satisfacción a sus requerimientos”, ha alertado.
Los ejemplos como el ocurrido con la familia de Rico son muchos más, como las confiscaciones de las colecciones del nacionalista vasco Ramón de la Sota, del político republicano Claudio Sánchez-Albornoz o del coronel republicano José Sicardo, entre otros.
No solo hay patrimonio expoliado al interior, sino que Colorado advierte de que, en las obras que fueron a parar al extranjero durante la guerra, hay que hacer “una clara diferenciación”, por un lado las que salieron por vía oficial y, por el otro, las que pudieron salir por saqueo.
“En el primer caso, el Gobierno de la República, ante el intenso bombardeo franquista sobre las poblaciones, como fue el caso de Madrid, tomó la difícil decisión de evacuar la parte más importante del patrimonio español, entre ellas más de 500 obras del Museo del Prado. Fueron evacuadas a Valencia, de allí a Barcelona y al norte de Cataluña. Al final de la guerra, en el terrible éxodo de febrero de 1939, fueron trasladadas hasta Ginebra”, ha recordado.
Mientras, en la que respecta a la segunda vía de salida, la del saqueo y la exportación ilegal, también se produjo, en ambos bandos, el republicano y el franquista. “El contexto de la guerra parece propiciar este tipo de delitos”, ha añadido Colorado.
“En este caso, el problema es que el seguimiento de estas obras es muy difícil, por no decir imposible. Pero casos los hay y algunas obras, pocas, se recuperaron. También estaría el asunto de los regalos de Franco, como los tres cuadros de Zuloaga que entregó a Hitler como presente personal”, ha remarcado.
Por último, Colorado tiene pendiente de publicación un informe centrado en las confiscaciones recibidas por las universidades españolas. En total, el documento apunta a que las universidades beneficiarias de este tipo de obras, hasta ahora localizadas, fueron las de Murcia, Oviedo, Valladolid, Alcalá, de Verano de Santander y la Complutense.
Aparte de estas, otras universidades también recibieron bibliotecas. “La única, que yo sepa, que ha investigado las obras entregadas y su paradero ha sido la universidad de Oviedo, que muy recientemente ha dado a conocer los resultados de sus pesquisas, lo que me parece muy loable”, ha concluido.