Dios le llamó Adán al primer hombre y Eva se asombró nada más verlo, antes incluso de quitarle la hoja. Poco a poco, nosotros fuimos descifrando otros nombres:
-Se llama melancolía a una tristeza suave que viene de dentro o viene de lejos.
-Se llama paraíso al jardín donde está prohibido esconderse a la sombra de algunos árboles.
-Se llama camposanto a los cementerios, aunque muchos de los que allí reposan nunca pensaran en la santidad.
-Se le llama boca a los labios, ojeras al cansancio de los ojos.
-Se llama cicatriz a la huella que deja una herida mal curada.
-Al capricho, se le llama amor con frecuencia.
-Se le llama meretriz a quien menos lo suele merecer.
-Yo quise llamarle vida a la vida y comenzaron los perros a ladrarme.
Pedrouve