Sabido es que los trenes que pasan por Veraluz vienen a llevarse la quietud de la estación, y el sosiego de las almas que vivieron el retraso como una oportunidad de contemplar en los otros los botones desabrochados de las camisas nuevas o los pantalones rotos que muestran en su ojal la carne del muslo. Pero no pueden llevarse la congoja que se ha desatado en el pueblo con la propuesta del Ministro de Presidencia de elegir a los jueces a dedo, sin oposiciones ni estudios que acrediten imparcialidad e inteligencia.
El señor alcalde, que no es de los unos o de los otros, sino de sí mismo, convocó a don Manuel Torella, juez en otros tiempos, al comandante de la Guardia Civil, sufriendo por no estar en la UCO, al cura y a un magistrado, natural del pueblo pero que vivía en la capital, para expresar el masivo descontento de la propuesta y ver el modo de una convocatoria general con un lema que, sin ser original, resultaba propicio: “No pasarán”. Uno de los maestros, también reunido, señaló:
-Quizá debamos cambiar la frase, que fue consigna de la guerra civil ya que, los que no habrían de pasar, pasaron. Procuremos que en esta ocasión no suceda lo mismo.
Pedro Villarejo