Hoy: 23 de noviembre de 2024
El exprimer ministro israelí, Benjamin Netanyahu se ha erigido este miércoles como el líder del partido más votado del país, la formación conservadora Likud, según vaticinan los resultados provisionales. Aunque no ostentaría el poder en solitario, el respaldo parlamentario de los distintos grupos derechistas bastaría para facilitarle el acceso a la presidencia.
Con un 99% del voto escrutado, el Likud se postula como la primera fuerza de la Knéset (Parlamento), con 31 escaños que, sumados a los 65 escaños de la coalición que le apoya, lograría un total de 96 asientos de los 120 posibles. Estas formaciones afines a los conservadores son Sionismo Religioso y los ultraortodoxos, Shas y Judaísmo Unido.
Sionismo Religioso es una formación que abraza principios de extrema derecha y que revisa ciertos fragmentos de La Biblia para tratar de justificar una colonización total de los territorios ocupados palestinos. Uno de sus artífices, Itamar Ben Gvir, cuenta con un pasado cercano al terrorismo.
Por su parte, el partido del antiguo primer ministro, el centrista Yair Lapid, ha instado a sus seguidores a esperar “hasta la última papeleta”, aunque las cifras hablan por sí solas. Los 52 escaños cosechados por el anterior premier, aun escoltándose en los votos conseguidos por las formaciones de izquierda, no bastaría para disputarle el sillón presidencial a Netanyahu.
Todo parece indicar que el conservadurismo se alzará con la victoria en unos comicios en los que el dato más llamativo ha sido el de la participación, que ha registrado un excepcional 71,3%, la más alta desde 2015. El elevado número de votantes ha proporcionado a los candidatos un pretexto para tratar de impugnar a los seguidores de sus rivales políticos un presunto delito de fraude electoral, basado en “graves incidentes de violencia contra los inspectores de los colegios electorales e intentos de falsificar los resultados en zonas árabes”. Una acusación que ha quedado en papel mojado.