¿Sobran ministerios o personas sin conocimientos que viven de ellos? ¿Por qué existen tantos y, sobre todo, algunos que lo único que practican es el arte de la zancadilla? ¿Son necesarios para hacer contrapeso? ¿Es el juego de poli malo, poli bueno?
Parece ser que los ministerios más preparados necesitan de la mala praxis de los inútiles, esos que fastidian, hacen bulto, se hacen notar, les gustan las fotos y cobran un “pastón” solo por liarla.
A todos nos viene a la memoria uno, nefasto e inútil, donde un grupo muy amplio de mujeres “empoderadas”, palabra muy apropiada y creada a su servicio, se reúnen en plan pandilla para crear otra nueva ley y, por desgracia, para todas las demás mujeres,
suelen ser contrarias al bienestar de muchas de ellas.
Crean toda clase de despropósitos que se les ocurre y se erigen en salvadoras de las mujeres. Luego se hacen sus viajes millonarios, se hacen la foto en plan chupipandi y regresan a su cómodo y “calentito” ministerio. ¿Cómo se puede permitir este absurdo despilfarro ¿Quizás para tapar el resto de gastos superfluos del resto?
Cuando se habla con el pueblo, ese que sufre en sus carnes los despropósitos de los que, portando el estandarte del bien común, nos están esquilmando; ves el dolor y el rencor que se está acumulando en gente que jamás había sentido ese tremendo malestar que les está matando.
Nos mienten con total impunidad. ¿Qué creen que se nos puede olvidar? El daño ya está hecho, y traerá malas consecuencias para todos, sobre todo, a los verdugos de nuestras vidas tranquilas: únicas víctimas de sus despropósitos.
¡Nos han partido, y es literal! No les importamos, pero que sepan que ellos lo único que nos inspiran es el peor de los sentimientos. Un gran desprecio.