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Miedo me dan

miedo me dan

Una persona toca el piano. | Fuente: PxHere

La educación de otros tiempos difiere, en envergadura, a las costumbres de ahora. Se solicitaba entonces a las familias cuando era conveniente hacerles una visita y, si no era por alivio de luto el encuentro, se mostraban las cualidades de los hijos visitados para encuadrarlos en amores posibles, si el pretendiente convenía. 

La madre de una compañera de colegio proyectó ennoviar a su hija con el primogénito del médico, bien parecido y aureolado de bienes. Naturalmente, nada más llegar y, tras los vinos dulces y las pastas, Amalita se puso al piano para cantar algunas arias de Rigoletto, con tal desajuste y desafine que acabó con las pretensiones del noviazgo.

Exponerse sin calcular las capacidades es hacer el ridículo, como esas niñas políticas que gritan y gritan en las campañas. ¡Cualquiera se casa con ellas! ¡Miedo me dan!

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