Si ser de izquierdas es defender el aborto, aplaudir la eutanasia, admirar a Putin, alabar a Maduro, exaltar a Stalin, bendecir a Castro y abjurar del cristianismo… no cuenten con este humilde escribidor. Ya sé que los que somos parecidos en tales criterios, aquellos que se llaman a sí mismo progresistas (nunca sabremos de qué progreso se trata) nos enmarcarán en fachas de toda la vida, franquistas, retrógrados y dinosaurios, de esos que asustan a los niños antes de dormirse porque se trata de monstruos de extrema de derecha.
Me gustan las mujeres de raza, de esas que se ven venir, como Cayetana Álvarez de Toledo o Giorgia Meloni. En mi familia siempre las hubo. Y desde luego no son de mis preferencias aquellas que ponen gestos de ternura y muerden con la boca cerrada, como nuestra Cospedal o la señora Von der Leyen.
A Meloni le ha llovido granizo por creer en Dios y en una familia cuya base sea el amor, la dedicación y la fidelidad, aunque en todos los casos tengamos mucho que mejorar, pero sabiendo que es ése el camino. ¡Ánimo. Señora Meloni! Otro G7 y Europa toda se vuelve de derechas.