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Lugares de culto

Una piña. | Flickr

En tiempo no muy lejano se iba a las iglesias para ojear la conveniencia de alguna chica piadosa con las características físicas anheladas, que ya las del alma se las suponía en sitio tan reverenciado. La primera ojeada tenía lugar dentro, con el velo de encaje; la segunda, con mayor despeje, ya sin él, en la breve escalinata que se detenía en el atrio, donde había más luz para sentirse mirado. Desde allí, si bien no se conseguían certezas, sí complicidades. Y el empeño continuaba.

Me acabo de enterar que ahora “se liga” en Mercadona, un apropiado “lugar de culto” porque allí se ofrecen, envasados o libres, los cultivos. Por lo visto, a las siete de determinados días hay que estar allí con el carrito y una piña. Si el de enfrente o el que pasa la tiene boca abajo, es que todavía no encontró su merecido. Si boca arriba, será fácil ver a “los ojeados” ir juntos a comprar un ramo de cebollas moradas.

Algunos como yo tienen aún con este sistema ciertas, aunque remotas posibilidades, de encontrar la piña deseada; o que alguien, desesperadamente, se conforme con cualquier piña muy ajada, de esas que le cuesta lo indecible ponerse boca arriba.

pedrouve

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