Los habituales

19 de febrero de 2025
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Un jarrón.
JOSÉ ELADIO CAMACHO

Por alguna extraña razón compartimos sucesivamente el mismo espacio del que ninguno podemos salir y nos vemos obligados a repetir el mismo ritual

A veces resulta que entregamos el tiempo para ganarlo. Extrañamente circunspecto sin nada que hacer, y sin ninguna intención puesta en ello. Vagamos del todo a lo absurdo, repitiendo las horas en ciclos iguales en acontecimientos y dudas. De nuevo el registro de detenidos aporta los mismos nombres y contraseñas.

Le digo: nos conocemos, y de esto ya hemos hablado. Otra vez en el mismo lugar por lo mismo, tratando de conjugar la misma sustancia. No es sólo que tu no salgas de tu invariable círculo sino que además impides que yo salga del mismo. Como si ambos estuviéramos ligados por el mismo suceso, que sólo es tuyo y que únicamente tú provocas. La indiferencia de tu gesto nos confunde a ambos.

Por alguna extraña razón compartimos sucesivamente el mismo espacio del que ninguno podemos salir y nos vemos obligados a repetir el mismo ritual, que sobradamente conocemos: Registro, lectura de derechos, entrevista con el abogado, declaración y de nuevo a la calle. Conoces muy bien tu oficio, ya que no aprendiste otro, y a estas alturas quizás te de lo mismo, solo que cada vez la soledad queda más afianzada y eres más consciente de ello.

Las sombras han dejado de importunar y perseguirte, hartas del mismo rumbo desvariado optaron por abandonarte, ya no te hacían falta. Me dices que sobras y que todo te resulta indiferente, para lo que queda apenas necesitas memoria. Son demasiados años y de ellos muy pocos vividos. Perdidos los asombros, nada sorprende, por eso en los rincones del centro de detención permaneces apartado y oscuro oculto bajo las sombras.

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