Hace años tuve que preparar una oposición y entre la materia tenía la Constitución de 1978, un texto legal en el que hay un artículo que siempre me gustó, el 14, que declara que todos somos iguales ante la ley.
Punto que hoy puede no llamar la atención, pero que en algunos momentos de la historia ha sido un concepto impensable.
En la Edad Media, por ejemplo, las diferencias sociales hacían que a los hijos ilegítimos de notables personalidades se les relegara a puestos donde pudieran pasar inadvertidos, no vistos: en el caso de los varones la Iglesia o el ejército y en el caso de las niñas, algún matrimonio afortunado o simplemente el convento.
Los hijos del rey de Aragón Fernando el Católico no fueron una excepción.
Los dos mayores, aun a pesar de haber nacido cuando su padre todavía no estaba casado con la reina Isabel, nunca llegaron a tener los mismos derechos que los hijos nacidos del matrimonio real.
Juana fue concebida cuando su padre todavía tenía quince años, tuvo una gran educación y, a la vez, se enfrentó con él en más de una ocasión: quería casarla con alguien de su conveniencia y eso no entraba en los planes de ella.
Al final se salió con la suya y logró contraer matrimonio con alguien del que estuvo siempre profundamente enamorada.
Alonso, vino al mundo año y medio después que su hermana. Era varón y aquello le hizo encajar dentro de la ambición de su abuelo: Juan II de Aragón, quien le nombró arzobispo de Zaragoza cuando tan solo contaba con ocho años. Dijo solo una misa en su vida, el día que se ordenó; nunca se casó y convivió siempre con una mujer, su gran amor y madre de sus cuatro hijos.
Las dos últimas hijas, sin embargo, nacieron cuando Fernando de Aragón ya estaba casado. La reina Isabel, cansada de lo que para ella eran algo más que unas simples ligerezas, las mandó a un convento de clausura.
La obra me llamó la atención por ser algo de lo que apenas hay referencias.
Los escribas del momento, siguiendo órdenes de la reina Isabel, se ocupaban de borrar todo lo referente a las andanzas de su marido y son, precisamente ellos, los protagonistas de la obra “LOS HIJOS DEL REY”, de Micaela Font Hädinger, recientemente publicada en la editorial “Imperium” de Zaragoza.
Una amante de la historia.
Isabel de la Fuente.
El libro me ha gustado mucho, se lee muy bien y el tema es muy interesante y poco conocido , yo he leído mucho sobre los Reyes Católicos y hablaban de pasada sobre los hijos ilegítimos del rey Fernando.
has tenido que hacer un buen trabajo al estilo Sherlock Holmes.
enhorabuena.
Siempre resultan muy interesantes los libros que versan sobre los olvidados de la historia. Más aún cuando estas personas han vivido tiempos apasionantes y a la par importantísimos en la historia de España. Está realmente bien escrito y desarrollado, y me llama la atención la cantidad de detalles que la escritora ha sido capaz de extraer de la vida de unas personas de vivieron hace más de quinientos años, y que desde el momento de su nacimiento los más poderosos del país trataron de borrar de la memoria.
Un trabajo excelente, felicidades.
Si de lo que se trata es de pasar un buen rato con este libro lo he conseguido, muy entretenido de leer.
Me ha encantado
“Los hijos del Rey” de Micaela me ha sorprendido gratamente. No es solo un libro de historia, es una ventana íntima a un tema tan poco explorado como necesario: el destino de los hijos ilegítimos de la nobleza y los reyes. La autora consigue algo muy difícil: darles voz y humanidad a quienes la historia oficial intentó borrar.
Lo que más me ha gustado es cómo está escrito. Se nota el rigor histórico, pero no es un libro académico denso; al contrario, es accesible, emocionante por momentos, y lleno de detalles que realmente hacen que uno se sienta transportado a la época. Los casos de Juana o Alonso, por ejemplo, me tocaron especialmente. Ver cómo intentaban encontrar su lugar en un mundo que los negaba, simplemente por cómo y de quién habían nacido, resulta conmovedor.
Además, el libro plantea preguntas muy actuales sobre la legitimidad, el poder y el derecho al reconocimiento. Me hizo reflexionar mucho sobre cómo se escribe la historia… y quiénes quedan fuera de ella.
Recomiendo esta lectura a cualquiera que le guste la historia con alma, contada desde otra perspectiva. Una obra valiente, bien documentada y profundamente humana.