La controles policiales donde se sirven de la unidad canina permiten la detección de drogas, explosivos, dinero en efectivo o personas; es decir, la labor de estos perros son, sin duda, vitales en muchos de los casos. Sin embargo, cuando su función se centra en detectar drogas, podría suponer un serio riesgo para aquellos posibles consumidores.
Así lo refleja un estudio publicado en el International Journal of Drug Policy por Jodie Grigg, Monica J. Barratt y Simon Lenton de Australia y titulado «Drug detection dogs at Australian outdoor music festivals: Deterrent, detection and iatrogenic effects«, cuya investigación publica conclusiones que cuestionan la efectividad de estos controles.
El estudio realizado en un festival en Australia, concluye que el 4% de los encuestados decidió no consumir drogas para evitar represalias, mientras que el resto de las respuestas permiten observar que dichos controles no evitan que esto ocurra, por el contrario, las personas agudizan su ingenio para poder consumir en el interior del festival.
De esta forma, el 48% opta por ocultar bien su drogas; un 15% hace que otra persona lleve sus drogas; el 11% compra las drogas en el interior; el 10% consume drogas menos fáciles de detectar y el 7% consume drogas antes de entrar.
Además, de los que portaban drogas, el 10% las ocultaba internamente y el 1% las tragaba para recuperarlas en el interior. De los que tienen drogas en su persona al ver a un perro, el 10% actualizado consumió las drogas en respuesta.
De acuerdo con los resultados del estudio, la presencia de perros no evita que el consumo de drogas ocurra, es decir, su función no llega a disuadir. Sin embargo, lo que se observa, es la cantidad de alternativas que se utilizan para evitar la detección.
Lo alarmante de estas conclusiones son los métodos utilizados como la ocultación interna. Así, otra investigación sobre la vigilancia de drogas en Australia, explica que, en una encuesta realizada a 2000 personas, el 23% ocultó las drogas en su interior y el 17% informó de haber consumido previamente por pánico.
Así, el estudio «Drug policing down under: An investigation of panic consumption, internal concealment and the use of drug amnesty bins among a sample of Australian festivalgoers», concluye que los controles de drogas lejos de evitar que el consumo de droga disminuya, probablemente provoquen un aumento. Además de remarcar el daño para la salud que esto provoca en sus consumidores, al verse abocados a tomar decisiones que ponen en riesgo su vida.